En la comunidad indígena La Sabana, en Santiago Juxtlahuaca, Oaxaca, vive Yarelina, una niña Triqui de 12 años que ha debido enfrentar una realidad que le arrebató su infancia. Tras la muerte de su madre y la ausencia de su padre, asumió el cuidado de sus hermanos, convirtiéndose en madre por necesidad y no por elección. Esta es su historia.
“Cuando se murió mi mamá yo ayudé a mi tía a cuidar mis hermanos y también ayudo a mi tía a hacer cosas”, relata la menor.
Su historia ha sido visibilizada por la activista y escritora Eufrosina Cruz Mendoza, presidenta de la Fundación Eufrosina, quien describió: “En una niña de 12 años que cuida a sus hermanitos, una niña que se convirtió en mamá por la adversidad, por falta de oportunidad, porque no tuvo un doctor que la atendiera”.
Vivir con lo mínimo: agua de canela, cebolla y chile
La vida en esta comunidad serrana, ubicada a cinco horas de la capital oaxaqueña, está marcada por la escasez. Yarelina y sus hermanos viven con sus tíos, también indígenas Triquis, quienes ya tienen tres hijos y dos sobrinas más a su cargo.
Las comidas son simples y compartidas en pequeñas porciones. “De a pedacito para que alcance para todos.”, explica la tía Briselda Plancarte. “Dejar de hacer muchas cosas por mis hijas para apoyarlos a ellos.”, agrega con resignación.
Yarelina y sus 12 hermanos viven en un solo cuarto
Doce personas comparten un solo cuarto. Los niños duermen en el suelo, sobre una colchoneta que su tía les facilita.
La niña lamenta haber dejado de hacer actividades propias de su edad: “Andar en bici, paseando, jugando.”, dice con nostalgia.
Sin becas ni apoyos gubernamentales: Así es la vida para Yarelina
A pesar de ser una menor indígena huérfana, Yarelina no recibe ningún tipo de beca escolar. El profesor Carlos Vázquez denuncia que, en la comunidad, el acceso a los programas gubernamentales es casi imposible debido a la falta de internet y medios para realizar los trámites.
“Lamentablemente Yarelina con sus hermanitos, no cuentan con esa beca que entre comillas lo manejan ‘universal’.”, afirma.
Su tío Alberto Ramírez Martínez coincide: “Nadie de mis sobrinos tiene beca, y pues la mera verdad sí se me hace algo pesado porque ahora dijera, que hay apoyo para los niños indígenas, huérfanos.”.
El sueño de Yarelina: estudiar y ser doctora
Pese a las adversidades, Yarelina mantiene firme su objetivo: “Quiero estudiar hasta que sea señorita, quiero ser doctora y no quiero tirarme atrás y quiero luchar más delante… que nos volteen a ver, pero que nos ayuden”.
Su historia es un reflejo de cómo la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades golpean con fuerza a la niñez indígena en México, pero también de la resiliencia y la esperanza que resiste incluso en los escenarios más difíciles.