Cuando ocurre un terremoto, el caos es inevitable. Sin embargo, en medio de la incertidumbre surge una pregunta que lo cambia todo: ¿dónde fue el epicentro? Saberlo permite organizar los rescates, dirigir los recursos y salvar vidas y no se repita la historia del sismo de 1985.

En el terremoto del 19 de septiembre de 1985, de magnitud 8.1 en la escala de Richter, la respuesta tardó demasiado. El epicentro estuvo en las costas de Michoacán, pero en la Ciudad de México la devastación fue tal que el gobierno y los rescatistas actuaron prácticamente a ciegas. Los hospitales, víveres y brigadas llegaban a distintas zonas sin una estrategia clara, mientras la ciudad trataba de levantarse entre escombros.

Hoy, casi 40 años después, la tecnología ha cambiado todo. Localizar el epicentro ya no es un proceso que toma horas, sino segundos.

Sismo de 1985: cuando la tecnología no alcanzaba

En aquel entonces, los sismogramas se registraban en papel y la lectura debía hacerse manualmente. Los especialistas tardaban en confirmar la magnitud y el origen exacto del sismo. Cada minuto perdido significaba que la ayuda podía enviarse al lugar equivocado.

La falta de precisión se reflejó en las consecuencias: más de 30 mil heridos, 150 mil damnificados y entre 6 mil y 35 mil víctimas mortales, según diversas fuentes. Además, 371 edificios colapsaron, como el Hospital Juárez, el Centro Médico y el Hotel Regis, marcando para siempre el rostro de la capital.

Hoy gracias a los monitoreos de sismos hay segundos que salvan vidas

Gracias a la red de más de 150 estaciones en tiempo real del Servicio Sismológico Nacional y los sistemas de alerta sísmica, la historia es distinta. Apenas ocurre un temblor, los sensores registran la información y en cuestión de segundos se determina el epicentro.

Ese dato es fundamental porque:

  • Guía a los rescatistas: indica la zona cero donde la destrucción es mayor.
  • Optimiza recursos: evita mandar víveres y hospitales móviles a zonas donde solo se percibió el movimiento.
  • Protege infraestructura crítica: escuelas, hospitales y viviendas pueden reforzarse en zonas con mayor actividad sísmica.
  • Activa protocolos de seguridad: segundos de ventaja permiten detener trenes, proteger cirugías en hospitales o cortar servicios de gas, luz y agua para evitar tragedias mayores.

Lecciones para futuros sismos

Cada sismo registrado es también una lección para la prevención. El epicentro permite a ingenieros y autoridades actualizar mapas de riesgo, ajustar reglamentos de construcción y reforzar zonas vulnerables.

El doctor Arturo Iglesias Mendoza, jefe del Servicio Sismológico Nacional, lo resume con claridad: “Entre más datos tengamos, más cerca estaremos de reducir el riesgo para la población. Esa es la misión del Servicio Sismológico Nacional”.

La ciencia ha avanzado lo suficiente para que México tenga un prestigio internacional en materia sísmica. Pero la verdadera enseñanza es que cada segundo cuenta y que conocer el epicentro ya no es un lujo tecnológico, sino una necesidad vital.

El terremoto de 1985 demostró lo costoso que es no contar con información inmediata. Hoy, la precisión en localizar el epicentro representa la diferencia entre un rescate a tiempo o una tragedia aún mayor.

No se trata solo de saber dónde tembló: es el punto de partida para salvar vidas, planear el futuro y resistir los embates de la naturaleza.