Expertos en materia de seguridad estiman que en la República Mexicana existe un promedio de 30 mil infantes y adolescentes enrolados forzosamente por células de la delincuencia organizada.

El cuádruple abandono: la base de la vulnerabilidad y ventaja para carteles en México

La participación de estos jóvenes abarca desde la ejecución de labores de mensajería hasta el desempeño de tareas como sicarios o pistoleros. Esta dramática realidad se fundamenta en un panorama de desamparo cuádruple: el abandono institucional, la desatención familiar, la negligencia cultural y el olvido social.

De todos estos factores de riesgo, la falta de soporte en el hogar es señalada como una de las causas principales. Esta carencia se traduce en la incomprensión profunda de la etapa vital de la adolescencia y en la ausencia de una guía estable para los muchachos. A esta falta de referentes afectivos y de protección se suma la limitada disponibilidad de oportunidades para el desarrollo de un futuro positivo.

La familia de la pandilla: el método de captación de los cárteles

Cuando un joven o un niño no logra establecer un lazo saludable dentro de su entorno parental, su captación por parte de grupos criminales resulta mucho más sencilla. En este contexto de vulnerabilidad, las grandes organizaciones delictivas y los cárteles mexicanos han transformado a los menores en una especie de mano de obra forzada.

Existe evidencia de que muchos jóvenes han sustituido la figura familiar por la estructura de la pandilla, la cual ahora ha sido adoptada por los cárteles, que simulan ofrecer un nuevo núcleo de pertenencia. Es común que los reclutadores ofrezcan la sensación de “familia” a aquellos que, en el seno de un grupo callejero, ya encontraban un sustituto de hogar.

La inacción ante la crisis infantil y la delincuencia

La problemática que rodea a estos niños y a estos púberes se ha convertido en un auténtico enigma para la administración pública. El gobierno federal no dispone de mecanismos o planes de acción que se caractericen por ser integrales y exhaustivos para abordar su atención y evitar de manera efectiva que sean cooptados por las redes criminales.

Esta falta de respuesta se extiende tanto para los menores que resultan ser víctimas de los actos de violencia, como para aquellos jóvenes que ya han cometido algún tipo de infracción o conducta delictiva. En numerosas ocasiones, las instituciones dan la espalda a estas poblaciones, en lugar de proporcionar la ayuda o los recursos necesarios para su reinserción y su bienestar. La complejidad de esta situación exige una respuesta contundente y unificada, ya que la ausencia de apoyo integral sigue dejando a una parte significativa de la juventud mexicana a merced de la delincuencia organizada.