La Unión Europea anunció este lunes 4 de agosto la suspensión durante seis meses de un paquete de represalias arancelarias contra Estados Unidos valorado en 93 mil millones de euros. La medida, que se aprueba por un procedimiento de urgencia, es la consecuencia directa de un nuevo acuerdo alcanzado entre la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente estadounidense, Donald Trump.

A cambio de que Washington limite sus impuestos a un máximo del 15%, Bruselas se ha comprometido a realizar compras masivas de productos estratégicos estadounidenses por un valor de 750 mil millones de dólares.

El precio de la paz: gas, petróleo y armamento

El acuerdo alcanzado justo antes de que las contramedidas europeas entraran en vigor el 7 de agosto, detalla una serie de concesiones europeas. Además de la compra de 750 mil millones de dólares en productos clave como gas licuado, petróleo, energía nuclear y chips de inteligencia artificial, el pacto prevé inversiones europeas directas en la economía norteamericana por 600 mil millones de dólares y un aumento en la adquisición de material militar estadounidense.

Por su parte, la orden ejecutiva firmada por Trump el 31 de julio establece un arancel máximo del 15% a ciertas importaciones europeas, incluyendo automóviles, una rebaja significativa frente a la amenaza previa del 30%. El portavoz de Comercio de la Comisión, Olof Gill, aclaró que este tipo impositivo no se acumulará a otros aranceles existentes.

Del acero y aluminio a la tregua

En 2018, Washington impuso aranceles sobre el acero y el aluminio europeos alegando motivos de seguridad nacional, una acción que Bruselas consideró ilegal y que desató un ciclo de represalias y contra-represalias que ha dañado las cadenas de suministro y ha costado miles de millones a ambos lados del Atlántico.

El pacto actual, aunque presentado por la Comisión como una forma de “restablecer la estabilidad, es visto por muchos analistas como una concesión forzada para evitar una escalada mayor por parte de un socio comercial impredecible.

Bruselas habla de “estabilidad y previsibilidad”, pero los números del acuerdo pintan un cuadro de capitulación estratégica. La medida arancelaria ha sido pausada, pero el costo de la tregua, medido en cientos de miles de millones de dólares, apenas comienza a calcularse en las capitales europeas.