Los trabajadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) han vuelto a tomar las avenidas, dirigiendo su protesta directamente a la sede de la Dirección General. Su objetivo es presionar para la obtención de respuestas al conjunto de demandas que presentaron formalmente en agosto, hace ya varios meses.

La columna vertebral de sus reclamos se centra en la estabilización de la plantilla que imparte clases, así como en la garantía de acceder a las garantías laborales básicas que corresponden al trabajo que desempeñan, de las cuales actualmente están desprovistos.

Trabajadores del INAH exigen estabilidad laboral y mejores condiciones

Esta exigencia expone un problema estructural que corroe al sector: la inestabilidad laboral en el INAH ya rebasa el veinte por ciento del personal. Sin embargo, la situación es aún más dramática en otras instituciones afines, como Radio Educación, donde la proporción de empleados con contratos inestables alcanza un alarmante noventa por ciento.

La posible aprobación de un nuevo recorte presupuestario representa una amenaza existencial para el Instituto. Esta medida podría ser la estocada final a una entidad que ya opera con severas limitaciones financieras y que carece de fondos hasta para lo más indispensable. Frecuentemente, los mandos superiores alegan insuficiencia de capital para cubrir rubros que son críticos para la misión del Instituto.

Recorte presupuestario amenaza la operatividad y sostenibilidad del INAH

Estas carencias se manifiestan de manera palpable en el día a día. Actualmente, no existe presupuesto para el mantenimiento y aseo de las vastas extensiones de zonas arqueológicas, ni para la limpieza y operación de los museos.

Tampoco hay recursos asegurados para los servicios generales más básicos ni para el personal de vigilancia. En términos operativos, la falta de asignaciones impide la compra de equipo y materiales de trabajo necesarios para que el personal cumpla con sus funciones.

Falta de recursos provoca angustia por su afectación en servicios básicos y proyectos de investigación

La escasez ha forzado a los empleados a una situación de extrema vulnerabilidad. En algunos centros de trabajo y recintos, los colegas deben costear con dinero propio elementos tan esenciales como el jabón y otros artículos de higiene. Adicionalmente, la falta de liquidez ha paralizado la posibilidad de financiar nuevos proyectos de indagación y análisis.

De confirmarse esta reducción presupuestaria, el golpe sería fulminante. Sus efectos no se limitarían a precarizar aún más las condiciones de los empleados, sino que comprometerían la continuidad operacional de una pieza clave en la arquitectura cultural de nuestra nación. En un escenario donde el sistema ya lucha por cubrir lo básico, un nuevo despojo de fondos pondría en riesgo la funcionalidad de todo el sector.