En los regímenes autoritarios la verdad representa una amenaza. Cuando los discursos oficiales no logran dominar la narrativa pública, se recurre a una herramienta tan antigua como peligrosa: la censura. La estrategia se repite con variaciones en las dictaduras de este siglo, pero el objetivo es el mismo: callar a los críticos, blindar el poder y evitar que la población despierte.
Hoy, con una propuesta de reforma a la Ley de Telecomunicaciones, el gobierno guinda y blanco sigue los pasos de otras dictaduras históricas y contemporáneas. No se trata de una innovación legal, sino de una adaptación tropicalizada de manuales de los régimenes autoritarios.
¿Cómo comenzó la censura en Venezuela?
La experiencia venezolana con el régimen de Nicolás Maduro es ilustrativa. Desde el cierre de medios tradicionales hasta la suspensión temporal de redes sociales como X (antes Twitter), la narrativa del “enemigo externo” y la excusa de la seguridad nacional han servido para justificar recortes sistemáticos de libertades.
“WhatsApp la están utilizando para amenazar a Venezuela”, dijo el propio Maduro, antes de anunciar la salida temporal de la red social del país. También acusó a TikTok e Instagram de fomentar el odio.
Estas medidas no solo limitan el acceso a la información, sino que también criminalizan la opinión. La censura se presenta como un “escudo” frente a las injerencias, pero termina siendo una mordaza.
Régimenes autoritarios comenzaron por modificar leyes
En dictaduras pasadas, la ley fue el arma con la que se consolidaron los abusos. En la Alemania nazi, la Italia fascista o la España franquista, los aparatos legales sirvieron para legalizar los abusos. Hoy, con la nueva reforma judicial y la posible reforma a la Ley de Telecomunicaciones, se prepara el mismo camino: el blindaje del poder mediante leyes escritas a conveniencia.
Las detenciones arbitrarias, los allanamientos sin orden judicial, y la creación de cárceles de máxima seguridad para disidentes, ya no parecen excepciones, sino parte de una estrategia bien estructurada para reeducar mediante el miedo.
El costo humano del silencioLos testimonios de quienes han sido perseguidos o forzados al exilio revelan el daño profundo que la censura causa en la sociedad. Xavi Yiperi, enfermera venezolana, relata cómo fue despedida por ejercer su derecho al voto.
Salimos de nuestro país no porque quisimos, sino por la situación con Maduro. Soy enfermera, me despidieron de mi trabajo por votar en contra de Maduro.
Mientras que Cecilia Páez, abuela de un joven detenido, suplica entre lágrimas por la vida de su nieto.
Quémeme viva si usted puede, pero sáqueme a mi nieto de ahí sano y salvo porque es el único que tengo. Le pido por favor, usted tiene hijos, usted fue revolucionario, usted sabe que lo hemos seguido y que la gente lo sigue porque los que estamos aquí, muchos de los que están aquí hoy sufriendo, que tienen hijos ahí pasando trabajo, también han estado con usted.
Lo que parece un simple cambio en la Ley de Telecomunicaciones puede ser, en realidad, el primer paso hacia una dictadura moderna, disfrazada de institucionalidad. La historia ya escribió estas páginas. Lo trágico sería repetirlas por no haberlas leído a tiempo.