La visita del presidente francés Emmanuel Macron a México ha trascendido lo protocolario para convertirse en una maniobra táctica de alto nivel. No se trata solo de reforzar lazos históricos; el objetivo es consolidar una trinchera económica en un momento crítico.

Con más de 700 empresas francesas operando ya en territorio mexicano, generando miles de empleos, París busca asegurar su posición ante dos amenazas latentes: los desafíos internos de seguridad en México y la volatilidad comercial que emana desde Washington.

Diversificación frente a la amenaza arancelaria

Francia ve en México no solo un socio cultural, sino un pivote esencial para reducir la dependencia del mercado estadounidense. La ministra Éléonore Caroit fue contundente al respecto: es vital “reforzar los intercambios entre Francia y México, sobre todo en el contexto de los aranceles americanos”.

Esta necesidad de diversificación no es teórica. Las empresas francesas buscan terreno firme y México, como puerta de entrada a Latinoamérica y Norteamérica, es estratégico. Sin embargo, la inversión requiere certezas.