El “paraíso” turístico de Puerto Vallarta, Jalisco, esconde una realidad educativa de abandono y riesgo extremo. Cientos de niños en la primaria Último Emperador Azteca intentan aprender en condiciones deplorables, soportando temperaturas que alcanzan los 57.6 °C dentro de las aulas y estudiando bajo el riesgo de techos agrietados y la amenaza constante de la delincuencia.
La situación en la primaria está muy lejos del discurso gubernamental de avance educativo. El director del plantel, Héctor Guillermo Ibáñez, reveló la magnitud del infierno que viven los alumnos, muchos de ellos sin aire acondicionado y con solo un par de ventiladores funcionando.
“Hay un reporte de Protecciones Civil y Bomberos donde ellos evidencian una temperatura de 57.6 grados centígrados. Les estoy hablando en el mes de febrero, ni siquiera en mayo,” señaló el director.
Los alumnos, de apenas ocho años, expresan su dolor y dificultad para concentrarse: “Me duele mucho la cabeza, mucho… No puedo pensar tan bien”, y “Hace mucho calor y algunos ventiladores no sirven”.
El director califica a los alumnos como “verdaderos héroes” al soportar esas temperaturas, advirtiendo que la situación expone a los niños a un inminente golpe de calor.
Una “bomba de tiempo” por abandono y delincuencia
El calor no es el único enemigo de la primaria. Las condiciones estructurales y la falta de seguridad han convertido al plantel en una “bomba de tiempo”:
La madre de familia, Samara, denunció que las aulas están en riesgo: “La prioridad sería arreglar las aulas primero, porque hay una que se mojan los niños cuando llueve”, debido a las grietas en paredes y techos.
La maestra Kenia describió el mobiliario como “muy, muy precario. Las mesas están desprendidas, toda la capa de las mesas, las sillas están rotas”.
Lo poco que los padres han conseguido con esfuerzo es blanco de la delincuencia. El mobiliario y los ventiladores que logran obtener son robados, obligando a los padres a resguardar los pocos enseres en sus propias casas: “Se saltan la barda y se roban los ventiladores”.
El director Héctor Guillermo Ibáñez denunció la omisión y el abandono, asegurando que “ninguna autoridad, póngale el nombre que quiera, ninguna se acerca a tratar de gestionar, de solucionar, de arreglar la problemática”.