El pez diablo, originario del Amazonas, se ha expandido rápidamente por México, causando graves problemas ecológicos y económicos, principalmente para le región de Bacalar, donde otras especies se ven amenazadas. Aunque también se detectó inicialmente en Guerrero, se extendió a Michoacán y llegó a Quintana Roo.
Esta especie invasora devora huevecillos de especies nativas, carece de depredadores naturales y se reproduce velozmente, desplazando a la fauna local como la mojarra. Su presencia ha afectado severamente la pesca tradicional, obligando a los pescadores a buscar alternativas.
Aunque se ha intentado aprovechar comercialmente al pez diablo, no ha tenido éxito debido a su aspecto y sabor poco atractivos. Su reciente aparición en la laguna de Bacalar preocupa por el potencial impacto en la biodiversidad, el turismo y la economía local.
¿Qué es el Pez Diablo?
El Pez Diablo (nombre científico Pterygoplichthys disjunctivus, también conocido como pleco) es una especie de pez de agua dulce, originario de la cuenca del río Amazonas en Brasil.
Es un pez con una apariencia distintiva, de color oscuro, cubierto de placas óseas y con una boca succionadora, que le permite adherirse a superficies.
¿Cómo llegó el pez diablos al Caribe mexicano?
Su presencia en México es resultado de su rápida expansión desde el sur del continente, facilitada por inundaciones y huracanes, tras haber sido introducido probablemente de forma accidental.
Una vez establecido en un cuerpo de agua, el pez diablo se convierte en una especie invasora altamente destructiva. No tiene depredadores naturales en los ecosistemas locales, se reproduce a una velocidad alarmante y se alimenta de los huevecillos de otras especies nativas, lo que provoca una drástica disminución de la población de peces autóctonos como la mojarra.
Además, su hábito de excavar socavones para proteger sus crías daña las orillas y el ecosistema fluvial, afectando tanto la biodiversidad como la economía pesquera de las regiones impactadas.