La comparación entre el gobierno de Claudia Sheinbaum y el estilo represivo de Gustavo Díaz Ordaz ha comenzado a surgir en distintos espacios públicos.

Para algunos sectores, el discurso oficial y ciertas decisiones recientes recuerdan aquel México de finales de los años 60, marcado por límites ante las protestas sociales.

Aunque ambos contextos son muy distintos, el debate ha crecido debido a que el régimen actual aseguraba ser distinto y permitir la libertad de expresión sin represión.

¿Por qué comparan a Sheinbaum con Gustavo Díaz Ordaz?

1968 sigue siendo uno de los capítulos más oscuros en la memoria colectiva del país. Ese 1 de septiembre, el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz pronunció una frase que nunca se ha borrado del discurso político mexicano:

“Hemos sido tolerantes hasta excesos criticables, pero todo tiene un límite.” Con esa declaración, el gobierno marcaba su línea ante un movimiento estudiantil que exigía libertades y apertura democrática.

Décadas después, figuras políticas de izquierda usaron esa frase como ejemplo de cómo un gobierno no debe actuar frente a demandas legítimas.

Claudia Sheinbaum fue una de ellas. En diciembre de 2018, durante su toma de protesta como jefa de Gobierno de la Ciudad de México, recordó la frase para justificar la desaparición del cuerpo de Granaderos, señalando la necesidad de dejar atrás prácticas represivas.

Del discurso a la práctica: ¿Morena no era diferente?

Sin embargo, con el avance de su administración, la relación con grupos manifestantes comenzó a transformarse. En marzo de 2022, a un día de la marcha del 8M, el Centro Histórico amaneció blindado con vallas y cordones policiales.

La palabra “contener” se convirtió en sello discursivo. Y ya como presidenta, el 1 de octubre de 2024, reafirmó que su administración jamás usaría la fuerza del Estado para reprimir al pueblo.

A pesar del mensaje oficial, un día después de dichas declaraciones surgieron nuevas críticas cuando elementos policiales, a quienes algunos manifestantes identificaron como “granaderos”, intervinieron para dispersar protestas que exigían atención a temas pendientes del gobierno federal.

Es ahí donde surge el paralelismo con Díaz Ordaz: ambos mandatarios insistieron en respetar la libre expresión, hasta que la verdad les resultó incómoda.

Ya en el contexto actual, mientras la población demanda soluciones a problemas de seguridad, salud, economía; el gobierno parece centrado en desestimar protestas que cuestionan sus resultados.