La Suprema Corte de Justicia de la Nación dejó de ser suprema. Nueve ministros —sí, esos nueve— demostraron que la toga les quedó grande, muy grande.

Lo que vimos no fue una resolución jurídica, fue la confirmación de que el Poder Judicial ya se convirtió en un apéndice más del morenismo, una pieza más en el engranaje político que controla al Ejecutivo, domina al Legislativo con una mayoría artificial y ahora extiende su sombra sobre la justicia mexicana.

Una Corte debilitada desde la elección más cuestionada

No hay que olvidar cómo llegaron ahí. No por mérito, no por trayectoria, no por independencia: llegaron gracias a la elección más cuestionada de todos los tiempos. Apenas el 8% del padrón electoral participó, y con ese porcentaje mínimo se definió a quienes hoy deberían ser los guardianes de la Constitución.

Guardianes que, en los hechos, fueron sustituidos por los llamados “ministros del acordeón”, esos que nunca ocultaron su cercanía con el régimen y que, sin experiencia real, presumen en cambio una obediencia absoluta.

Togas vacías, obediencia llena

Por eso afirmo que la toga les quedó grande. Terminaron siendo títeres de un grupo político que no solo busca controlar los tres poderes, sino borrar cualquier límite que aún pudiera frenarlo.

Lo de hoy no fue casualidad ni sorpresa: fue la consecuencia lógica de un proceso diseñado para desmontar la independencia judicial y convertir la Corte en otro brazo del proyecto oficial.

Un golpe directo a los derechos de todos los mexicanos

Las resoluciones de estos nueve ministros no solo perjudican a un sector empresarial ni benefician únicamente a quienes hoy gobiernan. Van mucho más lejos: afectan directamente los derechos de todos los mexicanos.

Cada decisión tomada bajo obediencia política es un golpe a la legalidad, un retroceso para la democracia y un recordatorio de que, cuando el poder lo controla todo, la justicia deja de existir.

Hoy fue el tiro de gracia a la justicia mexicana

Por eso lo digo fuerte y claro: hoy, esos nueve ministros le dieron el tiro de gracia a la justicia en México. Hoy confirmaron que la Corte ya no es un contrapeso, sino una extensión del poder que pretende gobernarlo todo sin cuestionamientos, sin vigilancia y sin límites.

Lo que ocurrió no es un episodio más: es un antes y un después. Y es necesario decirlo, denunciarlo y dejarlo asentado, porque el país merece una justicia que no tiemble, que no obedezca y que no se arrodille ante ningún gobierno. Hoy esa justicia murió… bajo la firma de nueve ministros que nunca estuvieron a la altura.