Llenar el Zócalo capitalino ha sido, por décadas, un termómetro político en México. Para Andrés Manuel López Obrador, entonces presidente y hoy exmandatario, fue incluso un parámetro personal.

En septiembre de 2020 aseguró: “A la primera manifestación de 100 mil personas en mi contra, me voy a Palenque, Chiapas, ni siquiera espero la revocación del mandato”.

Este sábado, decenas de miles de personas de todas las edades, provenientes de distintos puntos del país, ocuparon la plancha del Zócalo para exigir al Gobierno el fin de la corrupción y de la violencia.

La masiva presencia ciudadana se convirtió en la mayor concentración crítica hacia la administración de Claudia Sheinbaum en lo que va del sexenio.

La reacción desde Palacio Nacional: distancia y desdén a la macha contra su gobierno

Mientras la movilización avanzaba y se consolidaba en el Centro Histórico, en Palacio Nacional la presidenta Claudia Sheinbaum optó por no referirse directamente a los reclamos de los manifestantes. Por el contrario, descalificó la composición y la legitimidad de la protesta.

Afirmó haber visto “las mismas caras de la Marea Rosa, mucho adulto, poco joven” y destacó la presencia de un “grupo muy violento que llegó al Zócalo… unos vestidos de negro, otros no, con la cara cubierta”, de quienes subrayó: “La mayoría no eran jóvenes de este grupo que llegó”.

La presidenta insistió en que la manifestación no afecta su imagen ni la de su movimiento: “¿Creen que van a debilitar a la presidenta por lo que gritan? Nooo, más fuerte soy, más fuerte… Aquí estamos fuertes con el pueblo, fuertes, muy fuertes…”.

Sheinbaum desacredita convocatoria a la marcha de la Generación Z

Sheinbaum también apuntó a quienes, desde su perspectiva, impulsaron la marcha. Sostuvo que ciertos sectores buscan vincularse con “organizaciones de derecha internacional” para frenar el proyecto gubernamental: “No la van a detener”, afirmó, refiriéndose a la llamada Transformación.

Pese al tamaño de la convocatoria y las consignas predominantes, la presidenta no se refirió en ningún momento a las demandas centrales de los asistentes.

Miles exigieron al Gobierno combatir a los grupos criminales, reforzar la estrategia de seguridad y castigar a políticos corruptos, incluidos aquellos presuntamente protegidos por estructuras vinculadas a la Cuarta Transformación.

La jornada dejó así un contraste evidente: un Zócalo lleno de reclamos ciudadanos y un Gobierno que eligió restar importancia a la protesta en lugar de atender sus denuncias y exigencias.