Tren de los sueños rotos, la bestia acompaña a los migrantes
El tren conocido como la bestia es la vía de miles de migrantes para llegar a la frontera de Estados Unidos, pasan hambre y sed, pero dicen lo vale.
En un recorrido en tren de Torreón, Coahuila a Ciudad Juárez, Fuerza Informativa Azteca se subió a la bestia para acompañar en el trayecto a un grupo de migrantes de diversas nacionalidades que buscan llegar a esa ciudad fronteriza de Chihuahua e ingresar a Estados Unidos. Esta travesía fue iniciada por los migrantes desde hace meses, quienes a lo largo del camino toman poca agua y comen poco, prácticamente lo que les regala la gente de los diversos puntos en donde se detiene el tren.
¿Cómo viajan los migrantes en la bestia?
7:46 de la mañana, ciudad Torreón, estado de Coahuila, el sol naciente ya alumbraba el horizonte. Un muro separaba una colonia de las vías del tren y en esta pared comenzaron a saltar hacia las vías donde ya se juntaba el grupo de más de mil migrantes de distintas nacionalidades, entre ellas Venezuela, Ecuador, Colombia, Perú, República Dominicana.
“Sufriendo la migración, la policía la extorsión, como nos roban en el camino, pero seguimos adelante seguimos sin nada”, expresó en voz alta un migrante mientras espera el siguiente tren.
El aviso llegó, era hora de subir a un tren con destino a Ciudad Juárez y vivir junto con ellos en carne propia su sentir.
Migrantes contra clima y hambre
Son las 3:30 de la tarde, estamos a una temperatura de 31 grados centígrados, estamos por llegar a Bermejillo, estuvimos parados en Gómez Palacio alrededor de 3 horas, cuando estuvimos ahí parados la gente de Gómez Palacio nos empezó a regalar agua, se pararon los vehículos y nos regalaron botellas y también nos regalaron una caja de pizza, la cual la repartieron todos los migrantes, nos regalaron un pedacito y hasta el momento es lo único que hemos comido.
Edisón, migrante de Ecuador
Su padre lo abrazó y le dijo que ese iba a ser el último, que ya no le marcara porque no quería verlo quebrantado, Edison relata que su padre tiene 80 años y teme que haya sido el último abrazo en vida.
“Lo más duro es dejar a mi familia, dejar en mi país, a mis padres, que son el ejemplo de seguir mío, y bueno por ellos tengo que salir adelante y cumplir un sueño más para poderles apoyar en todo”, aseveró Edisón, migrante de Ecuador y quién no olvida a su familia.
Y a pesar del dolor de una triste despedida, no pierden la esperanza de volver a ver a sus seres queridos cuando estén en Estados Unidos y ayudarlos desde allá.
“Lo primero que voy a hacer es comerme un plato de comida porque tengo mucha hambre, buscar un empleo para empezar a ayudar a mi familia, a mi hijo, mi mujer, a mi madre, mis hermanos, y a los que pueda ayudar, pero este camino es muy duro,” reconoce Daniel, migrante venezolano.