La promesa gubernamental de “primero los pobres” se enfrenta a una dolorosa realidad en el sector salud de México, especialmente para quienes sobreviven en la calle. Mientras el discurso oficial prioriza a los más vulnerables, miles de mexicanos en situación de indigencia chocan con un muro de burocracia, falta de atención y olvido institucional, muchos de ellos muriendo en la vía pública sin acceso a servicios básicos.

La vida en la calle es una lucha diaria por la supervivencia, donde la salud se convierte en un lujo inalcanzable. Ramón, un hombre de 64 años que improvisó un hogar entre rocas volcánicas, vive con el miedo constante. “Pues le arriesga uno, ¿no?, porque pueden venir otros más locos o uno no sabe qué andan en la calle y yo como estoy desgraciadamente descubierto, pues no se da uno cuenta quién pueda venir”, relata. Esta vulnerabilidad se agudiza ante la nula atención médica. Ramón, con frustración, lo resume: “Al mugroso, aunque ande uno así casi casi, no lo atienden a uno, entonces yo digo, está mal eso, ¿no?”.

La situación es crítica porque, como señala Luis Enrique Hernández, Director de El Caracol A.C., una organización dedicada a esta población, “no hay servicios preventivos para esta población, o sea, una unidad que visite a las personas que están en la calle para ver sus condiciones de salud, eso no existe”. Esto significa que no solo no se les atiende cuando ya están enfermos, sino que no existe una estrategia para prevenir que lo estén.

El olvido institucional: 91% de quienes viven en la calle mueren ahí

La falta de atención y el olvido institucional hacia las personas en situación de calle es tan profunda que ni siquiera existen cifras oficiales precisas sobre esta población ni sobre su estado de salud. Organizaciones civiles como El Caracol A.C., que trabajan directamente con ellos, calculan una cifra escalofriante: el 91% de quienes se ven obligados a hacer de la calle su casa, mueren ahí, en la vía pública, olvidados por el sistema.