La fe no es cosa de un solo día. No son vacaciones, no es 12 de diciembre y la Basílica de Guadalupe , uno de los recintos católicos más importantes de México, recibe a cientos de feligreses a lo largo de las misas que se ofician cada hora.
Aunque en penumbras, la gente presta atención a la misa de las dos de la tarde. Unos se hincan, otros, desde sillas de ruedas, elevan oraciones al cielo, mientras hay quienes se acercan a dejar flores a las áreas destinadas para eso, cerca del altar.
Conocer la Basílica desde una perspectiva no católica, te permite ver la fe de muchos mexicanos, que aunque a veces no sepan explicar, es lo que les sostiene en momentos complicados.
“Vengo de rodillas para ser más humilde”, cuenta Dulce, tras pensarlo unos segundos. Ella viene de Toluca, y desde la reja de la Basílica cruza el atrio de rodillas acompañada de su madre.
La fe en México se manifiesta en diversas formas, pero especialmente resalta la creencia que entre esas formas sean más sufridas, tendrán mejor efecto en las cortes celestiales. Aunque claro, también se expresa a través de artículos como rosarios, biblias, cruces, velas, relicarios y una infinidad de objetos, que se pueden encontrar en las tiendas del sótano del recinto, y claro, en las calles aledañas.
¿Cómo es que un país machista se rinde ante los pies de María? ¿Cómo es que aun sin sustento bíblico, porque la biblia es el estándar moral y religioso para la iglesia católica, María es adorada? No se trata de juzgar, sino simplemente de hacer una suma reflexión de lo que la fe es capaz de hacer entre millones de personas y por cientos de años.
Una fe que se ha transmitido de generaciones, como Palín y Zombicito Gótico, padre e hijo, que desde hace 4 meses se dedican a la lucha libre con fines altruistas. “Juntamos tapas para ayudar a niños con cáncer, la gente las dona a cambio de vernos pelear con otros amigos”, cuenta Palín, quien fue junto con sus hijos y su esposa a agradecerle a la Virgen porque ha mejorado notablemente de una lesión en el pecho que le ocurrió en una de sus peleas.
En México, la fe católica se mezcla con lo prehispánico, con lo new age, con supersticiones o con lo que sea que dé más valor a las peticiones que se hagan. La vida de cada creyente podrá estar llena de tentaciones, defectos y carencias, pero cuando se trata de pisar un recinto como la Basílica, las miradas se quiebran, la compasión corre por las venas, y la solemnidad adereza los pasos. ¿Por qué no pasarlo a la vida diaria?