Un aumento en las infecciones urinarias en México resalta la importancia de la prevención y el conocimiento de los factores de riesgo. Las infecciones del sistema que procesa y almacena la orina, un subproducto de nuestro cuerpo, son una preocupación de salud cada vez mayor, especialmente para las mujeres, quienes son más propensas a desarrollarlas que los hombres.
Síntomas de las infecciones urinarias
Aunque este sistema interno generalmente carece de gérmenes, en ocasiones, bacterias externas pueden ascender e invadir órganos como los riñones, uréteres, vejiga o uretra, dando lugar a una afección. La más frecuente de estas infecciones suele localizarse en la vejiga.
Los signos de una infección del sistema urinario son variados y deben tomarse con seriedad. Una persona puede sentir una necesidad constante de ir al baño, experimentar dolor o una sensación de ardor al orinar, o notar un cambio en el color de la orina, que puede incluso mostrar rastros de sangre. La aparición de fiebre también es un indicio de que algo no anda bien. Ante cualquiera de estos síntomas, el consejo de un profesional de la salud es indispensable para un diagnóstico y tratamiento adecuado.
¿Cómo prevenir las infecciones urinarias?
Afortunadamente, existen hábitos que pueden reducir considerablemente el riesgo de contraer estas molestias. La hidratación es clave; la recomendación es beber una cantidad sustancial de agua cada día, entre seis y ocho vasos.
La higiene personal también es fundamental, con un enfoque en la limpieza de las zonas íntimas. Vaciar la vejiga de manera regular es otra medida efectiva, al igual que optar por ropa interior de algodón y evitar prendas que sean demasiado ceñidas.
Hidratación e higiene personal: clave para reducir el riesgo de infecciones urinarias
Para aquellos que sufren de infecciones recurrentes, ciertos factores aumentan la vulnerabilidad. El uso de barreras anticonceptivas que contienen un tipo de químico espermicida, así como la etapa de la menopausia y las condiciones vaginales relacionadas con la edad, son elementos de riesgo.
La actividad sexual frecuente también puede influir, ya que tiende a mover bacterias de una zona a otra. Estudios indican que una alta frecuencia de encuentros sexuales, superior a dos veces por semana, triplica el riesgo. Se ha observado una posible predisposición hereditaria en personas con familiares cercanos, como la madre o una hermana, con un historial de infecciones frecuentes.
Otros factores a considerar incluyen la existencia de ciertas anomalías anatómicas o afecciones médicas como la diabetes, así como una historia de haber sufrido una primera infección a una edad temprana. No beber suficientes líquidos o la incapacidad de vaciar completamente la vejiga también son factores relevantes.
En cuanto a la higiene, la manera incorrecta de limpiar la zona genital, como no usar un jabón suave, no limpiar el área de la uretra primero, o hacerlo de atrás hacia adelante, incrementa el riesgo. La falta de un régimen de limpieza adecuado, la elección de baños en lugar de duchas y no lavarse las manos son hábitos que se deben evitar para proteger la salud urinaria.