La devastación generada por el temporal que azotó el centro y el norte del país (que afectó fuertemente a Veracruz) en los últimos días ha puesto en entredicho las declaraciones oficiales que aseguran que el desastre fue imposible de anticipar.

El temporal en Veracruz fue anticipado por Conagua; alertó sobre lluvias intensas y riesgos de inundaciones

La evidencia disponible indica lo contrario, pues el pronóstico de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) ya advertía, con una antelación de cuarenta y ocho horas, sobre la inminente llegada de precipitaciones que alcanzarían niveles torrenciales.

Estas lluvias estaban previstas para concentrarse entre el miércoles y el jueves de esa semana, afectando directamente al norte de Veracruz, así como a los estados de Hidalgo, Puebla y algunas zonas de Tamaulipas, marcando esta región como la principal área de riesgo.

La alarma no se limitó a las lluvias. Los avisos incluían la inminente llegada de dos posibles sistemas ciclónicos: uno sobre el Océano Pacífico, que posteriormente se convirtió en la tormenta tropical “Raymond”, y otro sistema en la península de Yucatán, el cual fue el causante directo de la catástrofe.

Las presas operaban a máxima capacidad, aumentando la vulnerabilidad de la región

A esto se sumaba un factor de riesgo crítico: varias de las presas de la región ya se encontraban operando a su máxima capacidad. En específico, la advertencia destacaba que el temporal impactaría con mayor fuerza el norte y centro del estado de Veracruz, con una extensión de la amenaza hacia Hidalgo y Puebla.

Se enfatizó de manera clara la posibilidad de aludes de tierra, el peligroso aumento en el nivel de los caudales de ríos y arroyos, la consecuente salida del cauce de estos cuerpos de agua y las inundaciones en las partes bajas del territorio.

Fue precisamente lo que se materializó entre el jueves y el viernes pasados. Una cantidad desmesurada de agua se precipitó desde la Sierra Madre Oriental y la zona de la Huasteca, desbordando embalses, arroyos y ríos, y arrasando todo a su paso.

La magnitud del desastre era predecible, ya que el año 2025 se ha caracterizado por registrar la temporada de lluvia más copiosa de los años recientes. Los cuerpos fluviales ya operaban a su capacidad límite, mientras que los mantos freáticos estaban completamente saturados, lo que había provocado el debilitamiento de los cerros circundantes debido a la gran acumulación de agua durante todo el año.

La respuesta gubernamental: ineficaz a pesar de las advertencias previas

Las circunstancias evidencian que el fenómeno que desencadenó la destrucción no fue un suceso imprevisto. Con las pruebas que demuestran una serie de advertencias claras y oportunas sobre la inestabilidad del terreno, el nivel de las presas y la intensidad del temporal, la tragedia era una posibilidad anticipada.

Esto sugiere que, ante la crisis, la respuesta gubernamental fue ineficaz, pues el gobierno federal no dispuso, no quiso o careció de los medios necesarios para hacer frente a la magnitud de la emergencia.