“El Tren Maya nos destruyó”: familias de Chetumal denuncian abandono y promesas incumplidas

Familias en Chetumal viven bajo el agua y sin respuesta del gobierno tras afectaciones del Tren Maya. Denuncian abandono y pérdida total de su patrimonio.

Por: Oscar Morales

Con información de: Roberto Domínguez

En Chetumal, Quintana Roo, el Tren Maya, uno de los megaproyectos estrella del gobierno federal, ha significado desesperación, pérdidas y abandono para varias familias. Lejos del desarrollo prometido, las obras han provocado inundaciones constantes, destrucción de viviendas y la quiebra total de negocios familiares, denuncian los afectados.

Uno de ellos es Guillermo Cortéz, quien por más de 25 años sostuvo a su familia con un hotel que hoy permanece cerrado, inhabitable y lleno de humedad. Desde hace casi un año no ha podido operar, y los estragos son visibles: colchones inservibles, aparatos eléctricos dañados y el paso bloqueado por las vías del Tren Maya.

“Ya no tenemos presente ni futuro… esto nos ha echado a perder la vida”, afirma Cortéz. Frente a su propiedad, la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) construye talleres, cochera y una estancia militar. Para ello, levantaron terraplenes que interrumpieron el flujo natural del agua de lluvia, provocando severas inundaciones en toda la zona, excepto en las instalaciones castrenses.

Gobierno ignoró advertencias y promesas

Vecinos acusan que el gobierno sabía desde antes del arranque del proyecto que se generarían estas afectaciones. A cambio, prometieron un proyecto hidráulico para evitar estancamientos y un camino de acceso a los predios. Sin embargo, nada de eso se cumplió, y pese a un año de insistencia, SEDENA, FONATUR y Presidencia han ignorado sus llamados.

“Llevamos documentos, hacemos llamadas y nadie responde”, denuncia Guillermo, quien ha tocado todas las puertas sin éxito.

Enfermedad, humedad y abandono

Los Borge, otra familia de la zona, viven entre agua estancada, moscos, culebras y ranas, en condiciones insalubres. Su casa ya no es habitable y temen por la salud de su madre de 85 años, quien no comprende la magnitud de lo que ocurre.

“Ella debería vivir tranquila en sus últimos años, no en medio del lodo”, lamenta su hija Dalia entre lágrimas. Las familias exigen atención urgente, compensaciones justas y que el gobierno cumpla lo que prometió: desarrollo sin despojo ni destrucción tras la construcción del Tren Maya.

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