Tren Maya: El irreversible ecocidio que ambientalistas advirtieron y no pudieron detener
El Tren Maya provocó un ecocidio irreversible en la selva pese a las urgentes advertencias de ambientalistas a la entonces candidata a la presidencia, Claudia Sheinbaum.
“Vamos al tramo cinco, vamos al tramo cinco”. Aprovechando que Claudia Sheinbaum se dirigía a Playa del Carmen, Quintana Roo, como candidata a la presidencia, el ambientalista, José Urbina, fue a pedirle que lo acompañara para atestiguar los daños y el ecocidio que estaba sufriendo la selva por la construcción del Tren Maya.
“No era un ataque, era una invitación desesperada a que viniera a ver la selva”, explicó José.
Invitación a Claudia Sheinbaum no era en contra del tren maya
Durante 21 años, este ambientalista lo ha documentado todo.
“Cuando empieza a hablar del Tren Maya, se me vinieron todos los años que tenía ya defendiendo la selva”, añadió.
Ese grito, de ambientalista a ambientalista, era para aclararle primero, que no estaba en contra del tren maya, era sugerirle no extender el daño siete kilómetros selva adentro: “No era contra un tren, era en contra de dónde y cómo”.
Era mostrarle cómo las fugas de cemento y oxidaciones de los pilotes, que sostienen al tren maya, estaban causando daños ecológicos en los acuíferos subterráneos.
“Perforaron cuántas veces: 15 mil. Los pilotes no tenían ningún revestimiento que les protegiera el agua. Se perdieron vestigios arqueológicos irrecuperables”, agregó.
Era señalarle que, debajo de esta selva, debían proteger a la dama blanca y la anguila ciega, peces endémicos únicos en el mundo, por los métodos de destrucción que se estaban utilizando.
“Dinamitaron la selva para sacar ese material y poder emparejar”, detalló el ambientalista.
Quería sensibilizarla con las imágenes de fauna asustada, migrando al escuchar las máquinas de trascabo y las consecuencias de estos desplazamientos. Quería advertirle cómo se está desmontando la selva clandestinamente.
“Talaron la selva a 26 kilómetros para rodear Tulum” agregó.
Un proyecto de libramiento a la altura del kilómetro 281, de la carretera 307 Cancún-Tulum.
“No existe una manifestación ni impacto ambiental que lo respalde. No hay cambio de uso de suelo que lo respalde. Este camino lo talaron ilegalmente”, manifestó José Urbina.
Pepe quería mostrarle la demanda que interpuso y en la que profepa intervino, pero deseaba que ella sentara un precedente, porque científicos del colegio de la frontera sur, en Chetumal, habían advertido que este tipo de talas tardaban muchos años en recuperarse.
“Unos 100 años mínimos. Y ya para que recupere sus diámetros y todo, yo creo que unos 200 o más”, explicó el investigador en el Colegio Frontera Sur, Antonio Macario.
Esta carretera ya tiene los sellos de clausura, no hay máquinas ni hombres talando más árboles. El problema es que la destrucción aquí está, el daño ecológico aquí está y no hay sanción para los responsables.
“Pudo haberme dicho en ese momento: sube y allí, con sus conocimientos de ambientalista, cerrarme la boca.
“Me dio mucha tristeza escuchar que me acusó de ser parte de un partido político, y ahí se terminó la historia”, sentenció.
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