Por qué nunca deberías preguntarle a tu hijo cómo le fue en la escuela: las otras 3 preguntas que hacer en cambio

Expertos en educación y psicología infantil proponen tres preguntas más abiertas y emocionales que ayudan a conectar mejor con tu hijo. Checa cuáles son.

Las tres preguntas que deberías hacerle a tu hijo
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"¿Cómo te fue en la escuela?" es una de las frases más repetidas por los padres al final del día, pero también una de las menos efectivas. Según expertos en educación y psicología infantil, esta pregunta suele generar respuestas automáticas y cerradas, como “bien” o “normal”, que no permiten conocer realmente cómo se sintió tu hijo durante su jornada.

La razón es simple: los niños, especialmente los más pequeños, necesitan preguntas más concretas y emocionales para expresar lo que vivieron. De lo contrario, el diálogo se convierte en rutina y no en una oportunidad para conectar, según explicó la psicoterapeuta Amy Morin en CNBC.

En lugar de esa consulta genérica, la especialista recomienda probar con estas tres alternativas:

  • ¿Qué fue lo mejor de tu día?
  • ¿De qué error aprendiste hoy?
  • ¿De quién estás orgulloso hoy?
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Estas preguntas, de acuerdo a la trabajadora social, abren la puerta a conversaciones más sinceras, fortalecen el vínculo entre padres e hijos y enseñan a los pequeños a expresar sus emociones de forma natural. "Lo importante no es solo saber cómo les fue, sino cómo se sintieron", comentó Morin.

Esto debes tener en cuenta a la hora de conversar con tu hijo

Por otra parte, existen ciertos aspectos clave que debes tener en cuenta al conversar con tu hijo, según recomiendan especialistas en comunicación familiar. Entre ellos, mencionaron:

  • Escucha activa: presta atención real a lo que dice tu hijo, sin interrumpirlo ni juzgarlo. Mirarlo a los ojos y mostrar interés con gestos o palabras refuerza su confianza y le demuestra que su voz importa.
  • Evitar los sermones o críticas: si siente que la conversación se convierte en un regaño, dejará de abrirse. Es mejor hacer preguntas con curiosidad genuina y mantener un tono calmado y empático.
  • Elegir el momento adecuado: no siempre es fácil hablar justo al salir de la escuela o cuando está cansado. Aprovechar momentos tranquilos, como la hora de la cena o antes de dormir, cuando está más relajado.
  • Validar sus emociones: si te cuenta que se enojó, se asustó o se sintió triste, no minimices lo que siente. Frases como “entiendo que te haya molestado” ayudan a que aprenda a reconocer y gestionar sus emociones.
  • Ser breve y claro: evitar hacer demasiadas preguntas seguidas o hablar de forma complicada. Los niños responden mejor a conversaciones simples, sinceras y con ejemplos concretos.
  • Dale espacio para pensar y responder: no esperes que conteste enseguida. A veces necesita tiempo para ordenar sus ideas o sentirse cómodo para hablar.
  • Predicar con el ejemplo: compartir también tus experiencias y emociones diarias le enseña que conversar no es un interrogatorio, sino una forma de conectar y confiar.
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