Nadar no solo es ejercicio: este es el impacto que tiene en tu mente, según la psicología

Nadar es mucho más que ejercicio: ayuda a calmar la mente, reducir el estrés y recuperar claridad. Lo que revela la psicología del impacto en ti te sorprenderá.

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Crédito: Getty Images
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La mayoría se lanza a nadar por una razón: mover el cuerpo, aliviar el calor, hacer ejercicio sin lastimarse las rodillas… Pero quienes lo hacen seguido, saben que hay algo más. Nadar tiene un impacto positivo en la mente. Una vez que se entra al agua, hay un silencio diferente, un ritmo, una calma que lo cambia todo.

Entre brazada y brazada, las preocupaciones se disuelven un poquito, como si el agua las aflojara sin que uno se diera cuenta. La ciencia lo tiene claro: nadar reduce el estrés, mejora el estado de ánimo y ayuda a regular las emociones.

No es magia, es biología: se activan endorfinas, baja el cortisol (la hormona del estrés) y de pronto uno se siente más liviano, incluso mentalmente. De hecho, hay estudios que lo recomiendan como apoyo para personas con ansiedad, depresión o insomnio.

¿Por qué nadar tiene ese efecto tan reconfortante?

De acuerdo con José A. Morales García, profesor e investigador científico en Neurociencia en la Universidad Complutense de Madrid, la explicación es sencilla, pero poderosa. Al nadar, el cuerpo entra en un tipo de “modo avión”.

La respiración se vuelve más consciente, se repite el mismo movimiento una y otra vez, y eso obliga a concentrarse.

Algunas personas aprovechan para poner en orden sus pensamientos, otras simplemente desconectan del mundo por completo. Hay quienes aseguran que se les ocurren sus mejores ideas en la alberca.

Y no es solo por lo físico. Estar en el agua se siente seguro, como si una parte de nosotros volviera a un lugar conocido. De hecho, nadar puede verse como una metáfora: flotar, avanzar, aprender a moverse con lo que hay. Suena a vida, ¿no?

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Nadar no solo es ejercicio: este es el impacto que tiene en tu mente, según la psicología

Nadar es rutina, refugio y hasta compañía

Ir a nadar puede convertirse en un ritual sanador. Hay quienes necesitan su dosis diaria de agua como si fuera terapia. Al terminar, hay una claridad mental que ayuda a tomar mejores decisiones, a dormir mejor o simplemente a enfrentar el día con más calma.

Y en lugares donde se nada seguido, se crea comunidad. Gente que se ve sin hablar demasiado, pero que comparte ese momento silencioso que reconforta.

Además, nadar es para todas las edades. Se puede hacer desde la infancia hasta los años dorados, y eso también lo vuelve especial. Tal vez por eso hay quienes dicen que es como regresar a jugar, pero ahora con otra conciencia. Como volver al origen, pero sabiendo que hay fuerza, confianza y calma en el cuerpo.

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