La solemnidad del Viernes Santo, fecha central en el calendario católico, se vivió con intensidad en la alcaldía de Iztapalapa, donde se realizó la 182 representación de la Pasión y muerte de Jesucristo.

Este evento, considerado uno de los actos religiosos más representativos de México, convocó nuevamente a miles de fieles y espectadores nacionales e internacionales.

Una tradición de casi dos siglos que se mantiene viva

La representación de la Pasión de Cristo en Iztapalapa tiene raíces profundas que se remontan a 1833. Lo que comenzó como una expresión de agradecimiento por el fin de una epidemia de cólera, hoy se ha consolidado como una manifestación de fe y cultura que involucra a toda la comunidad.

Los ocho barrios originarios de Iztapalapa son los protagonistas de esta escenificación, con vecinos que se preparan física, mental y espiritualmente durante meses para encarnar a los personajes bíblicos. Las calles de la alcaldía se convierten en el escenario simbólico del camino de Jesús hacia el Monte Calvario, en este caso representado por el Cerro de la Estrella.

Julio Olivares interpreta a Jesús en 2025

Este año, el papel central fue asumido por José Julio Olivares Martínez, un joven que, tras más de un mes de preparación intensiva, asumió el desafiante papel de Jesucristo. Olivares recorrió más de dos kilómetros cargando una cruz de casi 100 kilogramos, recibiendo simbólicamente golpes y ofensas, en una representación que conmovió a los presentes por su realismo y entrega emocional.

El recorrido, que abarca aproximadamente tres kilómetros, atraviesa las principales calles de Iztapalapa, transformadas temporalmente en las estaciones del Viacrucis, desde la condena hasta la crucifixión.

El Cerro de la Estrella: punto final de la representación en Iztapalapa

La culminación del evento ocurre en el Cerro de la Estrella, punto icónico que se transforma en el equivalente al Monte Gólgota. Allí, la representación de la crucifixión de Cristo se desarrolla con una fuerza dramática notable, reflejo de la entrega total de los actores y del respeto de la comunidad hacia esta tradición.

La autenticidad y el compromiso de los participantes, sumados al simbolismo del lugar, hacen de este momento uno de los más impactantes del evento, y uno de los que más fervor despierta entre los asistentes.