De las víctimas colaterales de la inseguridad en México solo quedan sombras y reflejos del miedo. Orlando es uno de ellos. A los diez años, la violencia le arrebató todo lo que define a una familia, dejándolo en la orfandad total y bajo el cuidado de su abuela, quien hoy narra la historia de un niño al que el crimen le quitó primero a su padre y, años después, a su madre.

La tragedia de Orlando no fue un evento aislado, sino una secuencia de terror que marcó su infancia en Ocotlán de Morelos, Oaxaca.

Violencia en Oaxaca cobra vida de sus padres en 2015 y 2021

La abuela y tutora de Orlando relata con dolor la cronología de la muerte que acechó a su familia.

“En el 2015, el 5 de marzo, matan a mi hijo en la puerta de la casa... de ocho balazos lo matan. El 20 de marzo del 2021, matan a Ivonne... ese sábado nos avisan que la habían matado en el transcurso de Ocotlán para acá, para Oaxaca”.

Ivonne Gallegos Carreño era su madre. Odontóloga de profesión, exdiputada y, en ese momento, candidata a la presidencia municipal de Ocotlán de Morelos. Sus aspiraciones políticas, que tenían como fin “ayudar a Ocotlán”, terminaron provocando su muerte en un ataque armado que dejó a su hijo a su suerte.

Justicia legal, pero abandono social

Aunque hubo una respuesta judicial —los dos asesinos de Ivonne Gallegos fueron detenidos y condenados a 80 años de prisión—, la realidad para Orlando es que “no hay nada ni nadie que repare el daño”. La sentencia no le devuelve a sus padres ni le garantiza un futuro seguro.

Para activistas como Eufrosina Cruz Mendoza, de la Fundación “De Todas y de Todos”, el caso de Orlando es el síntoma de una enfermedad mayor en el sistema mexicano.

“Orlando es el reflejo de que este país se olvidó de los niños a los que les arrebataron a su mamá cuando el Estado debió garantizar seguridad”, sentencia Cruz.

“Niños invisibles": La urgencia de un padrón de víctimas

Miles de niños huérfanos a consecuencia de la violencia en México están a la deriva, ignorados por los tres niveles de gobierno. No existen en las cifras oficiales.

“Orlando es también el grito de la urgencia de hacer un padrón de niñas y niños víctimas... ¿Y qué significa un padrón? Darle nombre, darle dignidad, darle respeto y abrazar a esos niños que por la inseguridad, por violencia intrafamiliar o por violencia política les arrebataron a su mamá", explicó Eufrosina Cruz.

Sin este registro, historias como la de Orlando no son parte de las estadísticas, ni siquiera de las cifras negras. Permanecen en un completo abandono por parte del Estado Mexicano, existiendo solo como sombras en los parques y recuerdos dolorosos para sus abuelas.