En una de las localidades más remotas de Jilotepec, en el Estado de México, una familia llegó con un mensaje de fe. Transmiten a los habitantes, desde la fe católica, que el amor y el perdón de Cristo están disponibles para todos, sin importar las acciones pasadas. Estos portadores de esperanza son misioneros, incluyendo niños, jóvenes y matrimonios, quienes ofrecen palabras de aliento, abrazos y miradas de comprensión en esta Semana Santa.
Isabel, una residente de la comunidad, abrió las puertas de su hogar con gran afecto para recibir esta visita. El propósito de esta, según sus propias palabras, es recibir una reflexión que les permitiera analizar sus errores. Al igual que ella, familias en más de 1100 comunidades distribuidas en 28 estados del país son visitadas por estos misioneros durante toda la Semana Santa.
Misioneros llevan amor a familias
El objetivo principal de esta labor es llevar a cada hogar el amor divino y la paz familiar, especialmente en un contexto mundial marcado por el egoísmo y la desesperanza. En esta gran misión del año 2025, participan alrededor de 17,200 misioneros, como Ana Paula. Ella expresó que la experiencia de compartir este mensaje transforma a los propios misioneros, permitiéndoles vivenciar y comprender la magnitud del amor de Dios.
La experiencia se describe como profundamente conmovedora, algo que no se experimenta con frecuencia. En esta trigésima segunda edición, la misión tiene como tema central “Quiero ser santo”, motivado por el año jubilar proclamado por el Papa Francisco como un año de esperanza. El deseo es llevar esta esperanza a toda la nación. Durante 32 años, estos misioneros han dedicado sus días de descanso a ayudar a los demás.
La Semana Santa, además de ser un tiempo de introspección, se convierte también en una oportunidad para extender una mano solidaria al prójimo, llevando consuelo y fe a quienes más lo necesitan en comunidades apartadas.