Varios factores dificultan enormemente el logro de la paz en Ucrania, derivados de la compleja historia, los intereses geopolíticos y la naturaleza del conflicto en curso.
Perspectiva de Rusia:
Rusia considera los vínculos más estrechos de Ucrania con Occidente una amenaza directa a su seguridad y busca reafirmar su influencia en la región. Rusia también ha presentado demandas que transformarían radicalmente la soberanía de Ucrania, por ejemplo, reconocer los territorios anexados como rusos e impedir su adhesión a la OTAN.
Perspectiva de Ucrania:
Ucrania busca defender su soberanía e integridad territorial y elegir su propio camino, incluyendo la posibilidad de unirse a alianzas occidentales como la OTAN y la Unión Europea.
No está dispuesta a ceder territorio y considera el reconocimiento de las tierras anexadas una violación de sus derechos constitucionales.
Considere usted como lo anterior, resulta naturalmente en una enorme desconfianza y en una incapacidad de ambas partes para llegar, no a acuerdos de paz, sino apenas a un cese al fuego. Rusia y Ucrania después de 42 meses de guerra muestran naturalmente una profunda desconfianza una de otra.
Hoy todo lo anterior al presidente Donald Trump, que ha resultado ser el mediador, le dificulta encontrar puntos en común de donde partir para detener los cientos de miles de muertes de este conflicto.
Las acciones de Rusia, incluyendo la anexión de Crimea en 2014 y la agresión en curso, alimentan las sospechas de Ucrania. Pero han cambiado muchas de las actitudes de su población. Hoy, en agosto del 2025, de acuerdo con una encuesta reciente, el 70% de los ucranianos quieren un compromiso de paz.
Con todo este bagaje encima, este lunes 18 de agosto de 2025, la Casa Blanca se convirtió en el escenario de una cumbre de consecuencias impredecibles. El presidente Volodymir Zelensky, arropado por los líderes clave de Europa, reunido con el presidente Donald Trump para recibir los términos de una tregua negociada directamente con Vladimir Putin en Alaska.
Por todo lo anterior, la propuesta rusa, más que un camino hacia la paz parece una emboscada diplomática diseñada para fracturar a Ucrania y a sus aliados.
Acompañan a Zelensky figuras de peso como la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen; el canciller alemán, Friedrich Merz; los presidentes Emmanuel Macron de Francia y Alexander Stubb de Finlandia; la primera ministra italiana, Giorgia Meloni; el primer ministro británico, Keir Starmer; y el secretario general de la OTAN, Mark Rutte. Esto representa un frente unido y sin precedentes para enfrentar una oferta que exige una rendición estratégica.
Las exigencias de Putin: Un ultimátum inaceptable
Sobre la mesa, las condiciones de Moscú son absolutas y no negociables. No se trata de un acuerdo, sino de un dictado:
- Cesión territorial definitiva: Ucrania debe renunciar permanentemente a Crimea, Luhansk y Donetsk, incluyendo territorios que Rusia no ha logrado conquistar militarmente desde 2014.
- Neutralidad forzada: Un compromiso irrevocable de que Ucrania jamás se unirá a la OTAN.
- Abandono de la soberanía: El cese de todo esfuerzo militar por recuperar los territorios ocupados.
Putin, además, no ofrece una retirada completa de Zaporiyia y Jersón. A cambio, solo promete repliegues tácticos en Sumy y Járkov, precisamente donde la contraofensiva ucraniana actualmente obliga a sus tropas a retroceder. Es una concesión ilusoria a cambio de pérdidas permanentes.
Los muros de la inviabilidad: Por qué Zelensky no puede firmar
La propuesta está diseñada para ser rechazada, colocando a Zelensky en una posición imposible por múltiples razones fundamentales.
- El obstáculo constitucional: El Artículo 2 de la Constitución de Ucrania prohíbe expresamente la cesión de territorio soberano. Modificarlo requeriría una asamblea constituyente, un acto prohibido bajo la Ley Marcial vigente desde la invasión. En esencia, Trump, en nombre de Putin, estaría pidiendo a Zelensky que viole la ley fundamental de su país, firmando un documento sin ninguna validez legal.
- La paradoja de la legitimidad: El Kremlin ha sostenido durante más de un año que no reconoce la autoridad de Zelensky, argumentando que su mandato expiró al no celebrar elecciones presidenciales. Putin ignora deliberadamente que la Ley Marcial las impide. Además, Rusia ha promovido la narrativa de que Ucrania es un “estado ficticio” que nunca registró sus fronteras en 1991. ¿Cómo puede Putin firmar un tratado vinculante con un líder que no reconoce y un país que considera inexistente?
- El peso de la historia, promesas rotas: El valor de la firma de Rusia es nulo para Ucrania. El Memorándum de Budapest de 1994, garantizado por Estados Unidos y el Reino Unido, es la prueba más dolorosa. Ucrania entregó su arsenal nuclear -el tercero más grande del mundo- a cambio de la promesa rusa de no ser atacada. Esa promesa fue pulverizada en 2014 y aniquilada en 2022. De igual manera, los Acuerdos de Minsk fueron violados sistemáticamente por Rusia, demostrando un patrón histórico de utilizar la diplomacia como una herramienta para ganar tiempo y preparar la siguiente agresión.
El costo estratégico: ceder territorio es perder el futuro
Más allá de lo legal y lo diplomático, aceptar las condiciones de Putin sería un suicidio estratégico para Ucrania.
- El eje militar: La región del Donbás, cuya entrega exige Putin, no es solo un territorio; es la columna vertebral de la defensa ucraniana. Durante más de una década, se ha transformado en la zona defensiva más fortificada del país.
- Batallas como las de Bajmut y Avdiivka, que costaron a Rusia cientos de miles de bajas, demuestran la impenetrabilidad de esta línea.
Exigir su rendición es como pedir a Rusia que entregue su línea Surovikin: un intento de lograr por la vía diplomática lo que ha sido imposible de ganar en el campo de batalla tras 11 años de fracasos. Ceder el Donbás abriría las puertas a una futura invasión hacia el corazón de Ucrania.
La mentalidad de “guerra eterna” y la evolución de los objetivos bélicos
- La persistencia: Rusia ha mostrado su disposición a soportar numerosas bajas y sanciones económicas para alcanzar sus objetivos, lo que sugiere la creencia de que el tiempo corre a su favor.
Si bien los objetivos iniciales pudieron haberse centrado en prevenir la expansión de la OTAN o asegurar el Donbás, las acciones de Putin, según los informes del (CSIS), el Centro Internacional de Estudios Estratégicos de Washington DC, han sugerido la intención de alterar permanentemente el panorama geopolítico de Ucrania e incluso socavar su identidad nacional.
- Influencias y divisiones externas, el apoyo occidental a Ucrania: Si bien es vital para la defensa de Ucrania, Rusia considera que la ayuda militar y financiera occidental prolonga el conflicto y obstaculiza las negociaciones.
No pierda de vista que los europeos no están todos unidos, a pesar del acuerdo general sobre el apoyo a Ucrania, ha habido algunas diferencias dentro de Occidente sobre el mejor enfoque para lograr la paz, incluyendo si priorizar un alto el fuego o un acuerdo de paz integral.
Factores políticos internos
- Opinión pública ucraniana: Si bien existe un creciente deseo de paz en Ucrania, la población sigue resistiéndose a las concesiones territoriales, lo que complica cualquier posible acuerdo de paz que implique tales compromisos.
- Política interna rusa: El control del poder por parte de Putin y la posibilidad de que un acuerdo de paz se perciba como una debilidad a nivel nacional podrían influir en su enfoque de las negociaciones y su disposición a llegar a acuerdos.
- Daños humanitarios y a la infraestructura: El devastador costo humano y la destrucción generalizada causada por la guerra generan una enorme presión para una resolución, pero también profundizan los agravios y dificultan alcanzar un acuerdo.
En esencia, el camino hacia la paz en Ucrania está plagado de obstáculos. Una paz genuina y duradera probablemente requerirá cambios significativos en las posiciones y perspectivas tanto de Rusia como de Ucrania, así como esfuerzos diplomáticos sostenidos y unidos de la comunidad internacional.
Otro reto con el que el mundo tiene que lidiar es el incierto futuro económico ucraniano
La propuesta de Putin es también un ataque a la viabilidad económica de Ucrania. El Donbás alberga la mayor concentración de recursos minerales del país: hierro, uranio, litio, carbón y oro.
Sumado a las fértiles tierras agrícolas del sur, también bajo ocupación, estos territorios representan la única posibilidad de Ucrania para financiar una reconstrucción estimada en más de 650 mil millones de dólares. Putin no solo reclama la tierra, sino la capacidad de Ucrania para recuperarse y prosperar.
La jugada maestra de Putin: La culpa como arma
El cálculo de Putin es profundo y cínico. Él sabe que Zelensky no puede aceptar. El verdadero objetivo no es la paz, sino arrinconar a Ucrania para que sea percibida como la parte “intransigente”.
Al forzar un “no” por parte de Kiev, Putin busca presentarle a Trump un argumento para relajar las sanciones estadounidenses, alegando que es Ucrania, que es Zelensky mismo, quien bloquea la paz.
A pesar de las amenazas de Trump y las demostraciones de fuerza en Alaska, Putin parece inmune a la presión. Maniobra hábilmente para que la responsabilidad del conflicto recaiga sobre la víctima, una estrategia que le permitiría consolidar sus ganancias territoriales y debilitar el consenso internacional contra su régimen.
La oferta que Zelensky escuchará en Washington no es una rama de olivo. Es una partida de ruleta rusa donde todas las recámaras del revólver están cargadas. Para Ucrania, no hay alternativa, la única paz duradera pasa por la defensa de su soberanía, no por su desmantelamiento.
Por todo lo anterior, hoy la paz para Ucrania para consolidarse tendrá que primero caminar por una vereda de carbones encendidos al rojo vivo. La paz para los ucranianos después de tres años de guerra, sigue siendo elusiva.