El “Corredor del Niño Dios”: ¿Cuál es la calle en el Centro de CDMX con todo para la vestimenta?

En el Centro Histórico de la Ciudad de México se encuentra el “Corredor del Niño Dios”, un punto de referencia para todas las personas que siguen la tradición de vestir a sus figuras religiosas para el Día de la Candelaria. Pero, ¿cuál es su ubicación exacta?

Desde 1975, esta calle en la zona centro cobra vida especialmente durante los meses de enero y febrero, cuando miles de personas acuden en busca de la vestimenta perfecta para su “Niño Dios”.

La calle en la que se encuentran decenas de tiendas con artículos para las figuras religiosas es Talavera. Para llegar en Metrobús, la estación más cercana es Las Cruces Sur, pero hay que caminar cerca de siete minutos. La estación de Metro más cercana de es Pino Suárez y también hay que caminar 12 minutos.

Los comerciantes de la zona, que trabajan durante todo el año en la fabricación de vestidos, sillas, zapatos y accesorios para los Niños Dios, se preparan con entusiasmo para esta temporada. La variedad de diseños es asombrosa, desde los ropones blancos tradicionales, que son los más solicitados por las iglesias, hasta creaciones más modernas e incluso irreverentes, como los “Niños futbolistas”.

“Es una gran variedad y una tradición bien hermosa que todavía conservamos”, comenta uno de los locatarios, quien ha dedicado su vida a esta tradición. Los diseños de estos artesanos han cruzado fronteras y llegan hasta Estados Unidos, donde la gente los busca para vestir a sus Niños Dios el 24 de diciembre.

Entre los modelos más populares se encuentran los ropones de “Salud”, “Trabajo”, “Sagrado Corazón” y “San Judas”, así como el atuendo de “Doctor”, que ha evolucionado desde el tradicional pantalón hasta un vestido más elaborado.

Pero más allá de la moda y los diseños, lo más importante para los comerciantes y los visitantes es que esta tradición no se pierda. “Yo por ejemplo con mi chiquita que hoy me acompaña a hacer las compras, trato de fomentarles todas estas culturas, tradiciones que tenemos como pueblo mexicano”, dice una madre que busca el atuendo perfecto para su Niño Dios.

A pesar de que el “Corredor del Niño Dios” lució abarrotado este fin de semana, se espera que la afluencia aumente aún más en los próximos días, a medida que se acerque el Día de la Candelaria, el 2 de febrero. Esta festividad, en la que se acostumbra llevar a los Niños Dios a bendecir a las iglesias, es el clímax de esta tradición que se transmite de generación en generación.

El “Corredor del Niño Dios” es mucho más que un mercado de ropa religiosa. Es un espacio donde se respira la tradición, la fe y el fervor de un pueblo que se enorgullece de sus costumbres. Es un lugar donde las familias se reúnen para elegir el vestido perfecto para su Niño Dios, transmitiendo a las nuevas generaciones el amor por esta hermosa tradición mexicana.

Doña Rufina, con sus 83 años, es un tesoro viviente de una tradición que se remonta a más de siete décadas. Conocida cariñosamente como “la costurera del Niño Dios”, ha dedicado gran parte de su vida a elaborar vestimentas para esta emblemática figura religiosa.

Todo comenzó cuando era apenas una niña, en 1950, cuando junto a su madre se introdujo en el mundo de la costura y el bordado. En la vieja Merced, un lugar donde predominaba la venta de ropa interior, madre e hija encontraron un nicho al confeccionar vestimentas para los Niños Dios. En esa época, no existían grandes fábricas ni tiendas especializadas en este tipo de artículos, por lo que el trabajo se realizaba de forma artesanal, con máquinas de pedal y mucho empeño.

La tradición familiar se ha transmitido de generación en generación. Sus hijos, nietos y hasta bisnietos han seguido sus pasos, manteniendo viva la llama de esta hermosa costumbre. Hoy en día, la calle de Talavera, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, es conocida como “la calle del Niño Dios” y alberga cientos de negocios dedicados a la venta de vestimentas para esta figura religiosa.

Doña Rufina y su familia han contribuido a enriquecer esta tradición, ofreciendo una gran variedad de diseños y estilos para satisfacer los gustos de sus clientes. Su deseo es que esta tradición perdure en el tiempo y que las nuevas generaciones sigan encontrando en el Niño Dios una fuente de fe y esperanza.

“Quisiéramos que no se nos muera la tradición”, expresa Doña Rufina con nostalgia. Y es que para los mexicanos, la celebración del Día de la Candelaria es mucho más que una simple festividad religiosa, es una expresión de fe, cultura y tradición que se transmite de generación en generación.