El tribunal penal de Old Bailey ha dictado sentencia: la aristócrata Constance Marten, de 38 años, y su pareja, Mark Gordon, de 51, son culpables de homicidio, por la muerte de su bebé recién nacida, Victoria.

El veredicto pone fin a la trágica historia de una pareja que, en su obsesiva huida de los servicios sociales, sometió a su bebé a condiciones mortales. La mujer que una vez fue portada de revistas de alta sociedad y el hombre con un pasado de violador, se mantuvieron impasibles y se negaron a ponerse en pie al escuchar la condena.

La historia de la pareja ya estaba marcada por la intervención del estado, que les había retirado la custodia de sus cuatro hijos anteriores. Esta vez, su determinación por evitarlo tuvo un desenlace fatal.

Una huida sin refugio

La muerte de Victoria se debe a una negligencia sostenida durante una huida de 53 días. La pareja gastó miles de libras en taxis para cruzar Inglaterra y eludir a las autoridades, pero no invirtió en lo más básico para su hija: un refugio seguro.

El fiscal Tom Little describió la muerte como “inevitable” desde el momento en que decidieron acampar en una “tienda de campaña endeble” en pleno invierno en el parque nacional de South Downs.

La autopsia no pudo ser concluyente, pero apuntó a dos causas probables: hipotermia por la exposición al frío o asfixia accidentalmientras dormía en el abrigo de su madre. El 1 de marzo de 2023, su cuerpo fue encontrado dentro de una bolsa de supermercado, arrojado con basura en un cobertizo de Brighton.

Negligencia, crueldad y un pasado oscuro

Esta condena por homicidio se suma a veredictos previos de culpabilidad por crueldad infantil, ocultar el nacimiento y obstruir a la justicia. El historial de la pareja pintaba un cuadro de alto riesgo.

Mark Gordon había cumplido una condena de 20 años en una prisión de Estados Unidos por violación. Marten, por su parte, ya había demostrado su incapacidad para cuidar de sus otros hijos.

En el juicio, Marten ofreció su versión de los hechos. Describió haberse quedado dormida con Victoria metida en su abrigo para protegerla del frío. Al despertar, la bebé no respiraba. “Supuse que me había quedado dormida sobre ella”, declaró, admitiendo su responsabilidad en el trágico “accidente”.

Sin embargo, para la fiscalía, no fue un accidente, sino el resultado predecible de un egoísmo imprudente.