El Departamento de Correccionales del estado de Pensilvania confirmó el fallecimiento de George E. Banks a los 83 años, un hombre cuya historia judicial marcó la aplicación de la pena capital en Estados Unidos. Banks murió el domingo por la tarde por causas naturales en la Institución Correccional Estatal de Phoenix.

Banks, un exguardia de prisión, fue el autor de una sangrienta masacre el 25 de septiembre de 1982 en los municipios de Wilkes-Barre y Jenkins, Pensilvania, donde asesinó a 13 personas utilizando un rifle semiautomático AR-15.

¿Quién era George Bnaks?

George Emil Banks (1942–2025) fue un hombre que, antes de cometer la masacre, había trabajado incluso como guardia de prisión.

Es conocido por ser el autor de una de las masacres a tiros más letales en la historia de Pensilvania.

Mató a 13 personas en total. La tragedia fue especialmente desgarradora porque la mayoría de las víctimas eran sus propios familiares. 5 eran sus hijos, 4 mujeres eran las madres de sus hijos y asesinó a otros niños y jóvenes que se encontraban en el lugar.

Utilizó un rifle AR-15 para llevar a cabo la masacre. Tras los asesinatos, se atrincheró en una casa y se rindió después de un largo enfrentamiento de cuatro horas con la policía.

Al ser detenido, Banks afirmó que había matado a sus hijos para "salvarlos del dolor de crecer en una sociedad racista".

Evitó la ejecución

Banks fue declarado culpable de 12 cargos de asesinato en primer grado y sentenciado a muerte en 1983. Sin embargo, su ejecución fue detenida en múltiples ocasiones debido a su deterioro mental.

A lo largo de su encarcelamiento, Banks fue diagnosticado con diversas enfermedades mentales, incluyendo esquizofrenia paranoide y trastorno esquizoafectivo, con un historial de intentos de suicidio.

En 2010, la Corte Suprema de Pensilvania lo declaró mentalmente incompetente para ser ejecutado, basándose en el precedente de la Corte Suprema de EU (Ford v. Wainwright, 1986), que prohíbe la ejecución de presos que no pueden comprender los motivos o la realidad de su castigo.

Tras 43 años de reclusión, George Banks ha muerto por causas naturales, poniendo fin al último capítulo de un caso que durante décadas desafió los límites éticos y legales de la justicia penal en Estados Unidos.

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