Cuba enfrenta lo que ya se considera su peor crisis energética en décadas, con apagones que en algunas regiones alcanzan entre 16 y 20 horas al día. Su población se ve obligada a recurrir a la luz natural durante el día y a utilizar velas durante la noche, una realidad que refleja el deterioro de la infraestructura eléctrica en la isla caribeña.

El sistema eléctrico nacional, encabezado por la central termoeléctrica Antonio Guiteras, la más importante de Cuba, sufre fallas constantes debido a falta de mantenimiento y a la escasez de combustible. En lo que va de 2025 ya se han registrado cinco apagones totales, según medios locales e internacionales.

Cuba sin luz; así afecta a la vida diaria

Los apagones prolongados no solo limitan el acceso a la electricidad, también agravan otros problemas históricos como la escasez de alimentos, falta de empleo, hospitales deteriorados y servicios públicos en crisis: “Es complejo, estresante y frustrante”, relata una residente de La Habana, mientras que otros ciudadanos aseguran que su día transcurre “entre defender una vela y esperar a que vuelva la luz”.

Más de la mitad de todo el territorio cubano reporta cortes constantes de energía, que en algunas localidades superan las 20 horas, por lo que familias enteras se quedan en la penumbra.

Apagones constantes ¿qué dice el gobierno cubano?

El régimen del dictador Miguel Díaz-Canel afirma que trabaja en la “restauración paulatina” del servicio eléctrico; sin embargo, la realidad contradice los comunicados oficiales.

La falta de inversiones, el envejecimiento de la infraestructura y la dependencia del petróleo importado han generado lo que analistas describen como una “tormenta perfecta” en el sistema energético de Cuba.

Expertos señalan que esta crisis no es nueva, bajo las administraciones de los dictadores comunistas, Fidel Castro y Raúl Castro, también se registraron apagones masivos, aunque hoy la situación se ha intensificado.

Crisis energética en Cuba, una isla en la penumbra

Los constantes cortes de energía no solo afectan la vida cotidiana de los cubanos, sino que reflejan la fragilidad estructural de su nación. Con el futuro energético incierto, los residentes enfrentan cada día la pregunta más dura: ¿hasta cuándo vivirán en la oscuridad?