El hígado es uno de los órganos más importantes que tiene el cuerpo y esto se debe a que cumple funciones vitales para el organismo. Por ende, si reconoces algunos problemas o síntomas inusuales, es fundamental que acudas al médico, ya que su insuficiencia puede generar un sinfín de complicaciones.
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Síntomas de problemas en el hígado
La Clínica Mayo brinda algunas recomendaciones importantes para tener en cuenta. Estas señales pueden ser leves como así también muestras de una enfermedad hepática avanzada. Entre ellas:
- Ictericia: Color amarillento en la piel y en la parte blanca de los ojos, causado por la acumulación de bilirrubina.
- Dolor o molestia en la parte superior derecha del abdomen: Puede ser un dolor punzante o palpitante persistente.
- Hinchazón abdominal (ascitis): Acumulación anormal de líquido en la cavidad abdominal, que puede causar distensión y malestar.
- Fatiga extrema y debilidad: Cansancio persistente que puede estar relacionado con cambios químicos y hormonales derivados del daño hepático.
- Pérdida de peso inexplicable y pérdida de apetito: El daño hepático afecta la digestión y el metabolismo, provocando estos síntomas.
- Orina oscura y heces pálidas: La orina puede volverse marrón oscuro o amarilla intensa, y las heces pueden tener un color claro o arcilloso debido a problemas en la producción o excreción de bilis.
- Sangrado o aparición fácil de moretones: El hígado dañado no produce suficientes proteínas para la coagulación, lo que facilita sangrados y hematomas.
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¿Hay forma de cuidar el hígado?
Gozar de buena salud es posible, por eso, la Fundación Americana del Hígado brinda algunos consejos sencillos para el buen funcionamiento de este órgano.
Mantener una alimentación equilibrada y saludable: Consumir frutas, verduras, granos enteros, legumbres y proteínas magras como pollo, pescado y tofu. Evitar comidas altas en calorías, grasas saturadas, grasas trans, carbohidratos refinados y alimentos procesados.
Limitar o evitar el consumo de alcohol: El alcohol en exceso puede causar daños graves al hígado, incluyendo hepatitis alcohólica, hígado graso y cirrosis.
Hidratarse adecuadamente: Beber suficiente agua favorece el buen funcionamiento hepático y la eliminación de toxinas.
Realizar controles médicos periódicos: Exámenes de sangre y pruebas hepáticas permiten detectar alteraciones tempranas y actuar a tiempo.
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