Hasta la impunidad y la corrupción llegan a los bosques del Estado de México (Edomex), pues la tala clandestina amenaza constantemente los recursos naturales y pone en riesgo el sustento de comunidades enteras.

En localidades como Ayatzingo y Ocuilan, los habitantes indígenas Tlahuicas enfrentan a diario la devastación causada por los talamontes, quienes operan ante la vista de las autoridades.

Devastación en los bosques de Ayatzingo y Ocuilan

Según datos del Ayuntamiento Indígena Tlahuica, de 14 mil hectáreas de bosque, aproximadamente el 70% está severamente dañado.

La tala se realiza de manera constante, con más de 300 árboles cortados diariamente. Entre ellos destacan especies emblemáticas como el oyamel.

La destrucción no solo impacta la flora y fauna locales, sino que pone en riesgo la disponibilidad de agua y la estabilidad ambiental de toda la región. Prácticamente, un ecocidio que las dependencias prefieren ignorar.

La mafia de los talamontes en Edomex

Los talamontes transportan los troncos talados en camionetas hacia unos 20 aserraderos clandestinos ubicados dentro de las mismas comunidades.

La madera, extraída sin control, llega a ciudades cercanas como Ecatepec y partes de la Ciudad de México (CDMX) donde es vendida para uso comercial.

Testimonios anónimos de habitantes de la zona denuncian que esta actividad ilegal incluso se realiza a la vista de policías estatales, quienes en algunos casos habrían dado “luz verde”.

“Contamos en el video y se ve cómo traen árboles de más de 200 o 300 años de vida, y los tiran sin lástima”, relató un vecino.

Ecocidio ante la vista de todos en Edomex

La tala clandestina tiene efectos directos en el medio ambiente: la pérdida de árboles afecta la capacidad de los bosques para retener agua y generar lluvias.

Francisco Narváez, delegado de la comunidad de Coyontepec, explica que la falta de cobertura forestal provoca inundaciones y pone en riesgo el recurso hídrico, alertando una crisis si continúa la destrucción.

Kilómetro a kilómetro, la devastación es evidente. Bosques que antes servían de refugio y filtro natural hoy son caminos abiertos para la tala ilegal.

Las comunidades indígenas se encuentran en la primera línea de resistencia, enfrentando a quienes buscan lucrar con los recursos naturales mientras las autoridades hacen poco o nada para frenar el ecocidio.