Escuchar a Joan Manuel Serrat siempre es garantía. Su manera de contar la vida cotidiana, el desamor o los problemas sociales le han dado un lugar preferente en la historia de la música moderna, compartiendo mesa con muy pocos de su talla como Joaquín Sabina, Luis Eduardo Aute, Mercedes Sosa y Chico Buarque.
Este fin de semana, Serrat fue galardonado con el premio Princesa de Asturias, un reconocimiento que se hace a científicos, activistas y artistas, de acuerdo a los valores de la Fundación Princesa de Asturias, que encabeza Leonor de Borbón, futura reina de España .
La libertad, la melodía de Serrat: Premio Princesa de Asturias
En su discurso, el cantautor catalán hizo algunas breves pero notables afirmaciones, que bien vale la pena rescatar pues se adaptan perfectamente a los tiempos que vivimos aquí, en España y en China:
Soy un hombre partidario de la vida. Prefiero los caminos a las fronteras, la razón a la fuerza y el instinto a la urbanidad. Soy un animal social y racional que necesita del hombre más allá de la tribu. Creo en la tolerancia. Creo en el respeto al derecho ajeno y el diálogo como la única manera de resolver los asuntos justamente. Creo en la libertad, la justicia y la democracia. Valores que van de la mano o no lo son. Tal vez por eso no me gusta el mundo en que vivimos, hostil, contaminado e insolidario donde los valores democráticos y morales han sido sustituidos por la avidez del mercado donde todo tiene un precio. No me gusta ser testigo de atrocidades sin unánimes y contundentes respuestas.
Todo en lo que Serrat cree es precisamente lo contrario a lo que está pasando. Vivimos en un caos mundial, pero para muestra y no ir lejos, tan solo en México, la violencia es nuestro pan de cada día. Cabezas decapitadas colocadas en techos de autos, coches bomba, alcaldes que sufren atentados. Cada vez hay menos cosas que nos sorprenden.
Violencia en Mazatlán: Se registran balaceras y un tráiler incendiado en autopista a Villa Unión
Y de derechos humanos, ya ni hablamos, pues basta decir que hasta quienes supuestamente se encargan de velar por ellos, no los respetan. ¿Alguien procura por nuestros derechos? De ser así, ¿por qué no deja de desaparecer la gente?, ¿por qué vivimos en un entorno cada vez más contaminado y seco?
Al igual que Joan Manuel, y creo que de todos, a mí no me gusta ser testigo de atrocidades que quedan sin respuesta. Lamentablemente, en un México con hambre y sed de justicia más agudos que desde que Colosio lo pronunció hace 30 años, donde solo 4 de cada 100 delitos son investigados, y donde los criminales se pasean como si nada después de matar y robar a diestra y siniestra, la impunidad está a la orden del día.
En un Estado tan descompuesto, en el que la libertad, la justicia y la democracia para nada van de la mano, ¿se puede hablar de un México pleno? Yo creo que no .