¡Brasil en alerta roja por calor extremo! El país de Sudamérica se encuentra bajo un horno gigante, con temperaturas que superan los 40 grados Celsius y una sensación térmica que derrite cualquier resistencia. La ola de calor que azota al país ha roto récords históricos y amenaza la salud de millones de personas, ¿qué dicen los pronósticos del tiempo?
Río de Janeiro registra su día más caluroso desde 2014
Brasil enfrenta una ola de calor sin precedentes, con temperaturas extremas que están afectando a gran parte del país. De acuerdo con datos del sistema municipal de medición, el 17 de febrero, Río de Janeiro alcanzó los 44 °C en el barrio de Guaratiba; sin embargo, la sensación térmica, agravada por la humedad, ha llegado a oscilar entre 50 y hasta 70 °C, dependiendo del método de cálculo utilizado por diferentes instituciones.
¡Bajo un horno! La situación en Brasil se ve empeorada por la ausencia de lluvias, algo inusual para febrero, un mes caracterizado por frecuentes tormentas tropicales al final de la tarde. Según los reportes meteorológicos, Río no ha registrado precipitaciones significativas en semanas, lo que intensifica el impacto del calor.
Brasil bajo alerta: Autoridades toman medidas por la ola de calor extremo
El pasado 16 de febrero por la noche, en 44 ciudades brasileñas, las temperaturas no bajaron de los 30 °C, lo que dificulta la recuperación térmica durante las horas nocturnas. El Instituto Nacional de Meteorología (Inmet), notificó que siete estados han sido puestos en alerta por las condiciones extremas.
Las autoridades ya han emitido advertencias sobre los peligros del calor extremo. Se han suspendido clases en algunas regiones y han instado a la población a tomar precauciones para mitigar los efectos del calor.
¡No cesará! Se prevé que esta ola de calor continúe durante toda la semana, con proyecciones de temperaturas medias alrededor de 36 grados Celsius y sensaciones térmicas superiores a los 50 grados. Los expertos han identificado varios factores detrás de este fenómeno, incluyendo el efecto de la “isla de calor urbana” en Río, donde el asfalto y la densidad poblacional atrapan el calor.
