De esto no se habla mucho, pero hoy en la Casa Blanca, está más que claro que México enfrenta obstáculos no arancelarios en las importantes negociaciones comerciales que seguirán por los próximos tres meses entre los dos países.
El presidente Donald Trump viene exigiendo durante algún tiempo que mientras Estados Unidos y México inician un nuevo período de negociaciones comerciales, el gobierno mexicano discontinúe lo que se conocen como “barreras no arancelarias”.
Trump anunció hoy que México acordó la “eliminación inmediata” de estas barreras. Estas son medidas que podrían transformar significativamente las relaciones comerciales entre ambos países. De hoy en adelante valdría mucho la pena ocuparnos de delinear y definir qué son esas barreras no arancelarias y si es en el interés comercial de México, entonces eliminarlas.
Si bien los detalles específicos de las barreras no arancelarias en cuestión siguen en negociación, las fricciones comerciales históricas y las disputas recientes ofrecen una clara indicación de las áreas que México deberá abordar para cumplir con las demandas estadounidenses.
¿Cuáles son las barreras no arancelarias?
Regulaciones, políticas y/o prácticas que, si bien no son impuestos directos, pueden dificultar o encarecer la importación de bienes y de servicios.
Estas barreras suelen ser más sutiles y complejas que los aranceles y pueden constituir obstáculos importantes para el comercio. Para México, abordar estas preocupaciones estadounidenses de larga data será un componente crucial de las conversaciones en curso. Esto es nuevo, pero es muy, muy, muy importante en la mente de los negociadores estadounidenses.
Ejemplos clave de barreras no arancelarias que México probablemente deberá desmantelar o reformar
1. Procedimientos aduaneros y administrativos
Los exportadores estadounidenses han señalado con frecuencia los procedimientos aduaneros engorrosos y opacos como una barrera importante para el comercio con México.
Estos pueden incluir la valoración excesiva y arbitraria de las mercancías y la aplicación inconsistente de las normas, todo lo cual puede generar retrasos costosos e incertidumbre. Una demanda clave probablemente será la agilización y simplificación de estos procesos para garantizar una mayor transparencia y previsibilidad para las empresas estadounidenses.
2. Requisitos de licencias de importación
México ha exigido históricamente licencias de importación para una variedad de productos, una práctica que Estados Unidos ha considerado una herramienta para controlar el flujo de mercancías estadounidenses.
Si bien algunas licencias se otorgan por razones legítimas de seguridad, se espera que la administración Trump impulse la eliminación de lo que considera requisitos de licencia innecesarios y proteccionistas que obstaculizan las exportaciones estadounidenses.
3. Obstáculos Técnicos al Comercio (OTC)
Esta amplia categoría incluye normas de productos, requisitos de prueba y procedimientos de certificación. Las industrias estadounidenses, en particular las de los sectores automotriz, electrónico y agrícola, han expresado su preocupación por el hecho de que las regulaciones técnicas de México no siempre están alineadas con las normas internacionales y pueden utilizarse para favorecer a los productores nacionales.
Es probable que Estados Unidos busque una mayor armonización de las normas y el reconocimiento mutuo de las evaluaciones de conformidad para reducir estas barreras.
4. Medidas Sanitarias y Fitosanitarias (MSF)
Las MSF, que afectan al comercio agrícola, están diseñadas para proteger la vida humana, animal y vegetal. Sin embargo, Estados Unidos ha argumentado con frecuencia que las MSF de México han sido excesivamente restrictivas y no siempre basadas en evidencia científica, lo que obstaculiza el acceso a los productos agrícolas estadounidenses. (Recuerden la necedad mexicana contra los productos transgénicos)
Por eso precisamente entre las áreas de controversia se incluyen las normas para pesticidas, carne y lácteos. México se verá presionado para garantizar que sus MSF estén científicamente justificadas y no discriminen arbitrariamente las exportaciones agrícolas estadounidenses.
Las regulaciones del sector energético merecen renglón aparte
Los recientes cambios en la política energética mexicana, que favorecen a la petrolera estatal Pemex y a la CFE, proveedora nacional de electricidad, han sido un punto de fricción importante y constante.
Estados Unidos (léase Trump) argumenta que estas políticas perjudican a las empresas energéticas estadounidenses y socavan los principios de libre competencia establecidos en el Tratado entre Estados Unidos, México y Canadá (T-MEC).
Puede usted tener toda la seguridad de que el desmantelamiento de estas medidas, percibidas como proteccionistas, en el sector energético sean de ahora en adelante (como ya lo habían sido) un objetivo clave para Estados Unidos.
Está por demás decir lo obvio; las próximas semanas de negociaciones serán cruciales para determinar las barreras no arancelarias específicas que México abordará y el alcance de las reformas.
El resultado de estas conversaciones tendrá importantes implicaciones para el futuro del comercio en América del Norte y la relación económica entre ambos países vecinos.
Déjeme decirlo como lo diríamos en México, o estos cambios se llevan a cabo a la voz de ya... o la negociación con Washington se la lleva el diablo.