En Playa Salchi, Oaxaca, la resistencia tiene el rostro de un hombre de 88 años. Miguel Sánchez, quien llegó a estas tierras en 1945 siendo apenas un niño, hoy libra la batalla más difícil de su vida: defender lo último que le queda frente al temido “Cártel del Despojo”.

Cártel del Despojo en Oaxaca; así opera para quitar terrenos de sus propietarios

Don Miguel recuerda con claridad su llegada: “De ocho años empecé a llegar aquí montado en un caballo... este terreno no lo agarré solo, mi abuelo me lo dejó". Sin embargo, esa herencia familiar hoy es objeto de codicia.

A pesar de que ya ha sido despojado del 80% de sus terrenos —donde incluso se levantó la estructura de un hotel que quedó inconcluso gracias a la intervención comunitaria—, las amenazas no cesan para arrebatarle el resto.

“Han venido a amenazarme tres veces en el día, con machete... y luego me vinieron a balacear la casa, vinieron 30 armados, pero yo no me voy a salir, salgo, pero muerto, vivo ni a madres me voy a salir”, sentenció Don Miguel con una firmeza inquebrantable.

Al menos cuatro políticos relacionados al Cártel del despojo en Oaxaca

El Comité de Defensa de los Derechos Indígenas, encabezado por Abraham Ramírez, ha puesto nombres y apellidos a los presuntos responsables. Denuncian una red de personajes oscuros que incluye a Marco Sánchez, Orlando Acevedo, Sergio Castro y David Ortega, quienes operarían bajo la protección de funcionarios públicos.

La denuncia escala al ámbito político: “Específicamente ahí está Alejandro Avilés, que es del Verde y tiene acuerdos con Morena... se han dedicado a lotear y a vender los terrenos de nuestro amigo Miguel a personas extranjeras”, acusó Ramírez. El activista advirtió que, al ser tierras comunales, estas no pueden venderse, pero la colusión entre el crimen, presidentes municipales y el gobierno estatal permite que se pisotee la ley: “Estamos en un estado fallido”.

La violencia ha llegado al extremo del secuestro. Don Miguel fue privado de su libertad para obligarlo a firmar la cesión de sus tierras, pero no cedió.

Ante la ausencia total de autoridad —pues las solicitudes de audiencia con el Gobernador y la Presidenta de la República han sido ignoradas, según Cristal Jiménez del Comité—, la comunidad ha tomado la seguridad en sus manos. Hombres, mujeres y hasta niños indígenas se han organizado para proteger al anciano, asegurando que lo defenderán “aunque les cueste la vida”.

Mientras tanto, Don Miguel se aferra a su hogar: “Yo no tengo miedo... si me llegan a matar, que me maten aquí en mi casa... ahorita ya tengo 88 años, ya no me da miedo”.