Fernandito, de 5 años, fue asesinado a golpes por una deuda de mil pesos. Dulce, de 12, fue acribillada en su cama por una presunta venganza del narcomenudeo. Dos crímenes atroces, ocurridos con días de diferencia en el Estado de México (Edomex), que a primera vista parecen inconexos, pero que en realidad comparten una trágica similitud: ambos niños fueron víctimas de los conflictos, las deudas y los crímenes de los adultos.

Sus muertes son un doloroso recordatorio de una estadística nacional: en México, dos menores de edad son asesinados cada día.

Fernandito: La vida de un niño valuada en mil pesos

La pesadilla de Fernandito comenzó cuando su madre no pudo pagar una deuda de 1,000 pesos a unos exvecinos en Los Reyes La Paz. El niño de 5 años fue secuestrado y mantenido cautivo por ocho días en una vecindad. Su cuerpo fue encontrado en bolsas de plástico el 4 de agosto. Por el crimen, una familia compuesta por Lilia “N”, Ana Lilia “N” y Carlos “N” ya fue vinculada a proceso y se encuentra en prisión preventiva.

Dulce: Asesinada por una venganza que no era suya

La madrugada del 11 de agosto, la violencia irrumpió en el hogar de Dulce, de 12 años, en San Pablo Atlazalpan, Chalco. Dos sicarios entraron a su casa y le dispararon directamente. El móvil, según el Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, no era ella, pues los agresores buscaban a la pareja de su madre, presuntamente ligado al narcomenudeo, pero como este escapó, la asesinaron a ella.

Las similitudes en los casos de Fernandito y Dulce, niños asesinados en Edomex

Aunque un crimen fue por una deuda y el otro por una venganza del narco, ambos casos comparten un núcleo aterrador: los niños fueron el eslabón más débil, el daño colateral en un mundo de adultos. En ninguna de las dos historias los niños eran el objetivo por sí mismos, sino el medio para cobrar una deuda o una afrenta.

Además, el peligro para ambos surgió de su entorno más cercano. A Fernandito presuntamente lo mataron exvecinos. A Dulce, presuntos sicarios que conocían perfectamente su domicilio y a quién buscaban. Sus muertes demuestran que el hogar no siempre es un refugio seguro, especialmente cuando está permeado por la precariedad o la criminalidad.

Los casos de Fernandito y Dulce son la cara visible de una crisis nacional. Según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, entre enero y junio de este año, 386 menores de edad fueron asesinados en México. Esto equivale a un promedio de dos niños o adolescentes asesinados cada día, la mayoría (301) con armas de fuego.

Sus historias son un llamado de urgencia a proteger a la niñez de la violencia que los rodea, pues no son únicos y lamentablemente se unen a una lista interminable de menores pagando por los pecados de sus progenitores.