Hay personas que no pueden decir que no. Literal. Aunque estén cansadas, no tengan tiempo o simplemente no quieran, terminan diciendo que sí… solo por no incomodar, no quedar mal o evitar una posible pelea.
Y ojo, esto no es solo un rasgo de personalidad: tiene muchísimo que ver con cómo está nuestra autoestima y qué tanto sentimos que podemos (o no) poner límites.
Te puede interesar:
No creerás lo que pasó detrás de cámaras de la salida de Rafa Polinesio en MasterChef Celebrity Generaciones
¿Quiénes son los familiares invitados de las celebridades a Masterchef Celebrity Generaciones este domingo?
¿Qué me pasaría si me como los camarones con la vena negra? Expertos lo responden
¿Por qué cuesta tanto decir que no, aunque queramos?
De acuerdo a información del Centro de Estudios de Psicología, la mayoría de las veces, lo que hay detrás de un “sí” forzado es miedo: miedo a decepcionar, a que se enojen, a que piensen mal… o a que nos dejen de querer.
También aparece esa culpa absurda que te susurra al oído que decir “no” es de mala persona. Entonces, uno cede. Y lo peor es que muchas veces ni siquiera nos damos cuenta de que nos estamos traicionando un poquito.
El tema es que ese hábito, el de poner a los demás por encima todo el tiempo, desgasta. Se siente como estar siempre en deuda, como si lo nuestro no importara tanto. Y claro que importa.
¿Cómo afecta esto a tu autoestima?
Cada vez que nos callamos lo que sentimos o nos obligamos a aceptar cosas que no van con nosotros, algo se rompe. Es como si estuviéramos diciéndonos “tus necesidades no valen tanto”. Y cuando eso se repite, lo que se resiente es la autoestima.
En cambio, aprender a decir “no” sin culpa cambia el juego: se empieza a sentir más libertad, más confianza, más paz. Poner límites no es ser grosero, es cuidarse. Y una persona que se cuida se vuelve más fuerte, más clara, más presente.
¿Se puede aprender a decir no sin sentirse fatal?
Sí, y no hace falta volverse una persona dura ni andar por la vida soltando rechazos fríos. La clave está en encontrar formas firmes pero amables de poner límites. Empezar por identificar en qué situaciones te cuesta más decir que no y por qué.
Después, puedes practicar frases que se sientan tuyas, tipo: “Gracias por pensar en mí, pero hoy no puedo” o “Te agradezco, pero esta vez paso”. También ayuda dejar de confundir empatía con complacer.
Caminos de la Vida | Programa 21 Mayo 2025
Escuchar y ser amable no es sinónimo de aguantar todo. Se puede ser una persona empática sin decir que sí a todo. Y con el tiempo, cuando empiezas a respetarte más, las demás personas también lo notan. Decir que no también es una forma de decirte que sí a ti mismo.