Usar lentes de sol todos los días es una costumbre que muchas personas adoptan casi sin pensarlo, pero que para la psicología puede tener un trasfondo interesante. Más allá de proteger la vista o complementar un look, este accesorio puede revelar cómo alguien se muestra (o se resguarda) frente al mundo, y qué papel juega en su manera de vincularse con su entorno.
Según especialistas del portal Psychology Today, para muchos individuos, los anteojos funcionan como una barrera simbólica, es decir, un modo de marcar distancia, mantener cierta reserva emocional o sentirse más seguras en espacios sociales. Al cubrir los ojos, que son una de las zonas más expresivas del rostro, brindan la sensación de controlar mejor cómo uno se muestra y qué deja ver de sí mismo.
Asimismo, también pueden asociarse a una forma de identidad personal: quienes los utilizan siempre suelen sentir que forman parte de su estilo, de su presencia y hasta de su "personaje" público. En otros casos, este hábito responde a una búsqueda de comodidad emocional, ya que reducen la sensación de exposición y permiten enfrentar situaciones cotidianas con mayor confianza.
Los cuidados que debes tener a la hora de usar lentes de sol
Sin embargo, también es necesario tener ciertos cuidados si usas anteojos de sol a menudo, entre los que mencionaron:
- Elegir lentes con protección UV real: asegúrate de que bloqueen el 100% de los rayos UVA y UVB; no te guíes solo por el color oscuro.
- Revisar que el material sea de calidad: lentes de mala fabricación pueden distorsionar la visión y causar fatiga ocular.
- No usarlos en interiores por tiempo prolongado: puede afectar la adaptación natural de los ojos a la luz.
- Mantenerlos limpios: usa paños de microfibra y líquidos específicos para evitar rayones y mantener la visión nítida.
- Guardarlos en un estuche rígido: así los proteges de golpes, deformaciones o rayaduras.
- Evitar dejarlos en lugares muy calientes: el sol en el auto o superficies calientes puede deformar el armazón y dañar los filtros.
- Ajuste adecuado al rostro: deben quedar firmes, sin apretar ni resbalarse, para evitar molestias y mejorar la protección.
- No compartirlos con frecuencia: puede favorecer la transmisión de bacterias en la zona ocular.
- Revisar periódicamente el estado del filtro: con el tiempo, algunos filtros UV pierden efectividad; cambiar los lentes cada cierto período es recomendable.