Todos tenemos malos recuerdos que preferiríamos eliminar de nuestra mente o, por lo menos, que dejen de doler. La buena noticia es que la psicología y la neurociencia traen una pista sencilla y realista para bajarles el volumen, sin fórmulas mágicas ni discursos raros. En esta nota, te contamos cuál es el secreto para que los pensamientos negativos dejen de aparecer y así te puedas sentir más tranquilo. El truco está en hacer un ejercicio clave.
¿Cómo ayuda el ejercicio a eliminar malos recuerdos?
Investigadores que publicaron en Nature Neuroscience explican que el cerebro puede crear neuronas nuevas en el hipocampo, la zona que gestiona memoria y emoción. Ese proceso —neurogénesis— se activa con hábitos muy cotidianos.
Cuando ocurre después de una experiencia difícil, el recuerdo no desaparece, pero pierde intensidad emocional. En palabras simples: el cerebro reorganiza el archivo y deja de abrirlo con tanta carga.
¿Qué ejercicios sirven para eliminar malos recuerdos sin matarte en el gym?
No necesitas maratones ni récords. Funciona lo constante y posible. Solo debes:
- Caminar rápido 25–30 minutos.
- Trote suave o bicicleta ligera.
- Saltos de cuerda o baile si te aburre lo anterior.
La clave es moverte casi diario. Ese ritmo estabiliza el ánimo, mejora el sueño y baja la ansiedad. Todo eso crea un terreno mental donde los recuerdos ya no invaden cada rato.

Mini-rutina de arranque (realista): 5 min de calentamiento + 20 min a ritmo moderado + 5 min de enfriamiento. Al tercer día ya se siente el cambio en energía; en semanas, el recuerdo molesta menos.
¿Se pueden eliminar malos recuerdos por completo?
La idea de borrar los recuerdos al 100% no existe. Lo que sí se logra es quitarles el filo. Si sumas este hábito a terapia (reestructuración cognitiva, exposición gradual, EMDR), avanzas más rápido y con menos recaídas.

¿Qué dicen los expertos sobre eliminar malos recuerdos con ciencia?
Psicólogos de la Universidad de Toronto y del Instituto Max Planck de Psiquiatría señalan que esta vía es prometedora para casos de estrés postraumático: moverse de forma constante impulsa neurogénesis y facilita que el cerebro recodifique memorias difíciles. La evidencia está creciendo; no es magia, es higiene mental sostenida.