⁠⁠⁠Lo viejo se vuelve arte: así es el estilo decay chic que transforma la decadencia en decoración de lujo

El estilo decay chic revaloriza la decadencia estética y transforma texturas desgastadas en piezas clave del interiorismo más sofisticado.

decay chic
Crédito: Pinterest
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El decay chic nació en Europa como una respuesta a la “posdeco”, ese momento en que los interiores perfectos comenzaron a sentirse fríos y repetitivos.

Lejos de pulir paredes u ocultar grietas, esta corriente celebra el paso del tiempo: pintura descascarada, metales oxidados y mármoles manchados se leen como capas de historia, no como defectos.

La estética, además, encontró en redes sociales un altavoz poderoso: cada textura es una postal que cuenta una anécdota nueva, y la nostalgia visual conecta al instante con la audiencia.

Por eso, hoy se cataloga como “lujo emocional”, una categoría que valora el relato detrás de cada pieza por encima de la perfección pulida.

¿Cuáles son los elementos clave para que un espacio respire decay chic?

  • Contraste deliberado: la magia surge al colocar una pared sin revocar junto a una lámpara de cristal o un sofá de terciopelo. Esa tensión entre lo desgastado y lo refinado crea una atmósfera dramática y sofisticada.
  • Materiales con pátina: madera envejecida, hierro oxidado y cuero gastado aportan profundidad táctil. En este estilo, la huella se vuelve protagonista.
  • Iluminación teatral: luces cálidas, bombillas de filamento y pantallas de tela opaca generan un halo nostálgico que realza cada imperfección.
  • Objetos con historia: espejos manchados, jarrones agrietados o marcos antiguos se integran como piezas artísticas. No se trata de acumular antigüedades, sino de elegir objetos con alma y colocarlos en el lugar exacto.
  • Estuco y texturas murales: el acabado irregular añade relato visual sin recargar; basta un muro para convertir todo el ambiente en escenario.

¿Cómo integrar la tendencia en un hogar contemporáneo sin sobrecargar?

De acuerdo con Rocio López Ferreyra, adoptar el decay chic no implica vivir en una ruina romántica. El equilibrio es la clave:

  1. Seleccionar un punto focal —una sola pared texturizada o un mueble vintage sin restaurar— y dejar que cuente la historia.
  2. Combinar con líneas modernas para evitar que el ambiente se sienta museístico. Una mesa oxidada puede convivir con sillas minimalistas y textiles neutros.
  3. Regular la paleta de colores: tonos tierra, grises suaves y acentos metálicos ayudan a unificar las distintas superficies.
  4. Cuidar el mantenimiento: aunque parezca descuido, cada grieta está planeada. Un sellador invisible o una mano de cera mate mantiene la estética sin comprometer la durabilidad.
  5. Aprovechar la luz natural: cortinas pesadas filtran la claridad y crean sombras que potencian la atmósfera melancólica.

Así, el decay chic demuestra que la elegancia no siempre brilla; a veces cruje, se desgasta y habla en susurros de cal y óxido.

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