Culiacán, Sinaloa, vivió su segunda marcha masiva el domingo 26 de enero para reclamar la ola de violencia que se vive día con día y justicia por el asesinato de Alexander y Gael, dos niños de 9 y 12 años, junto a su padre hace una semana. La sangrienta pelea entre facciones del Cártel de Sinaloa, desde septiembre del año pasado, ha dejado 700 personas asesinadas y otras desaparecidas; a un pueblo cansado, con miedo y con rabia hacia el gobierno.
“En Sinaloa se vive perfectamente bien”, dice Rubén Rocha Moya, gobernador de la entidad. Quien, después de la segunda marcha, afirmó que “no hay razones para renunciar y además, que no se quitan mandatarios por “alguien que grita”. Rozando el cinismo y el descaro, lo de Rubén Rocha es la ausencia de uno de los valores humanos más importantes: la empatía.
Decenas de ciudadanos se unieron en una segunda #marcha para exigir #paz en #Sinaloa. 🔥
— Fuerza Informativa Azteca (@AztecaNoticias) January 26, 2025
Se reunieron frente al atrio de la Catedral y recorrieron las calles vestidos de blanco, portando carteles de los desaparecidos.
Al final, quemaron una piñata con el rostro del gobernador. pic.twitter.com/EPDOPJe7qp
Rubén Rocha Moya es ajeno a la violencia que se vive día a día en Sinaloa
Déjame ilustrártelo con un filme que, además, ganó el premio a Mejor Película Internacional en los Premios Óscar de 2024. Hablo de La Zona de Interés, la cual retrata la vida cotidiana de la familia Höss, que vive al lado del campo de concentración de Auschwitz.
La narrativa se desarrolla en torno a una familia con niños que vive de manera “normal” mientras ignoran las atrocidades que ocurren a su alrededor. Los niños se divierten en el lago, van a la escuela, ríen y se divierten; mientras la madre riega las plantas y el padre va a pescar. Al mismo tiempo, se escuchan los gritos y la agonía de miles de personas que son quemadas y asesinadas a quemarropa justo al otro lado de la cerca.
Lo que el director, Jonathan Glazer, busca, es retratar cómo la sociedad puede volverse insensible ante el horror y la violencia, algo sumamente parecido con Rubén Rocha Moya en Sinaloa.
Porque estoy segura de que el gobernador ha escuchado las balaceras que se desatan día con día; ha escuchado el sufrimiento de las familias; escuchó sobre el cuerpo de un exagente abandonado frente al Congreso del Estado; escuchó a las personas que piden justicia ante el asesinato de dos niños y ha escuchado los reclamos de sinaloenses que piden que renuncie ante la falta de acción de su gobierno para combatir la inseguridad, pero lo cierto es, que a Rocha Moya no le genera nada.
🔴 Cientos de personas en #Sinaloa han salido a la calle pidiendo detener la violencia que asola su estado.
— Fuerza Informativa Azteca (@AztecaNoticias) January 27, 2025
Cansados demandan paz y seguridad. Sin embargo, el gobernador Rubén Rocha toma su petición con frialdad.#HechosMeridiano pic.twitter.com/FO7X99VeZS
El fin de la violencia en Sinaloa se ve lejos de ocurrir y aunque Rubén Rocha Moya lea un discurso que alguien más escribió donde dice que “comparte el dolor y la indignación de las personas que realizaron manifestaciones”, el gobernador se ha encargado de demostrar —con total frialdad—que es ajeno a la tragedia que existe justo al otro lado de su jardín.
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