La habitación sigue ahí. Vacía. Intacta. Como si su dueño fuera a volver en cualquier momento. Roberto Vázquez González desapareció el 21 de diciembre de 2022, en Bacalar, Quintana Roo. Había salido de Celaya, Guanajuato, en busca de una vida mejor, sin imaginar que su destino sería el mismo que el de más de 120 mil personas desaparecidas en México.
El joven trabajaba cuidando unas cabañas turísticas cuando un grupo armado irrumpió y se lo llevó. Desde entonces, su padre, Roberto Vázquez Jarmillo, no ha dejado de buscarlo. No ha habido paz ni consuelo. Sólo miedo, incertidumbre y un cuarto donde el tiempo se congeló.

“Me convertí en investigador”: la travesía del padre buscando a su hijo desaparecido
El padre de Roberto se convirtió en lo que muchas familias mexicanas han tenido que ser: buscadores por cuenta propia. Recorrió Cancún, Kusamil, Mahahual, Playa del Carmen, Tulum y más localidades, con el rostro cubierto por seguridad, preguntando, investigando, colocando lonas y carteles con la foto de su hijo.
“Realmente el que investiga es el padre… entrevisté taxistas, empleados de hoteles y restaurantes, hice perifoneo, pegué fichas en bicicleta, a pie, en todos lados”, relata el señor Roberto con la voz quebrada. Su búsqueda lo volvió un rostro conocido en Bacalar, lo que, lejos de ayudar, también puso en riesgo su integridad.
Vivir con el corazón suspendido tras la desaparición de su hijo
Hoy, a dos años y siete meses de la desaparición, no hay duelo ni resignación. Tampoco respuestas. “¿Está vivo? ¿Lo volveré a ver?”, se pregunta su padre todos los días. Vivir así es un tormento.
El caso de Roberto no es aislado. Según cifras oficiales, durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador desaparecieron más de 51 mil personas. Tan solo en los primeros 100 días del nuevo gobierno de Claudia Sheinbaum, más de 4 mil casos nuevos fueron registrados. Es decir, un promedio alarmante de 40 desapariciones por día.
Los desaparecidos no son números, son vidas
Los vacíos que dejan estas personas no se rellenan con estadísticas. Son habitaciones intactas, como la de Roberto. Son padres que siguen luchando solos, arriesgando todo, movidos por el amor y la desesperación.
Este drama silencioso continúa creciendo, mientras miles de familias mexicanas esperan un regreso, una pista, una señal. Lo que buscan no es justicia, es algo más elemental: la verdad y un reencuentro.