En Río de Janeiro, Brasil cientos de personas salieron a las calles para manifestarse contra el violento operativo policiaco que se realizó esta semana en dos favelas de la ciudad.

El saldo fue devastador: 121 personas muertas, entre ellas cuatro uniformados y más de un centenar de presuntos traficantes y narcoterroristas, como los calificaron las autoridades brasileñas.

Cuatro días después del operativo —catalogado como el más sangriento en la historia de Río—, los velorios continúan. En distintas zonas de la ciudad se han escuchado reclamos de justicia y exigencias para que se esclarezcan los hechos.

Autoridades de Río de Janeiro vinculan a los fallecidos con la banda criminal más violenta del estado

El secretario de Seguridad de Río aseguró que la mayoría de los fallecidos pertenecían al Comando Vermelho, la banda criminal más longeva y violenta del estado.

“Respecto a los narcoterroristas neutralizados, se neutralizaron 117. Hemos identificado a 99 hasta el momento, de los cuales 42 tenían condenas de prisión pendientes. Al menos 78 contaban con un historial delictivo significativo con varios delitos graves, entre ellos homicidio, narcotráfico, robo y delincuencia organizada”, indicó un vocero oficial.

Durante el operativo, las fuerzas de seguridad también detuvieron a 113 personas y decomisaron cerca de 100 armas de fuego.

Los agentes reportaron que fueron atacados con drones y granadas lanzadas desde varios metros de altura, lo que provocó una respuesta inmediata y de alta intensidad.

Voces de dolor y cuestionamientos por operativo en Río

Mientras tanto, en las calles se escuchan gritos de dolor e indignación.

“Mi hermano no era un vago, ¿entienden? Tenía 22 años, había terminado la secundaria y tenía un trabajo formal. Lo destruyeron, arruinaron nuestra vida”, dijo una manifestante.

Otra madre, entre lágrimas, clamó: “¿Cuántas madres más llorarán? Estoy cansada, sólo quiero enterrar a mi hijo…”.

El Comando Vermelho cuenta con miles de integrantes dedicados al tráfico de drogas y armas. Por eso, el operativo ha dividido opiniones: mientras unos lo ven como un golpe histórico al crimen organizado, otros lo consideran una masacre injustificada.