Los mecanismos de seguridad estipulados en la salida del Reino Unido de la Unión Europea empiezan a reavivar una tensión que parecía extinta desde hace años en la isla de Irlanda.
En un intento del bloque europeo por controlar las exportaciones de vacunas contra el Covid-19 desde la República de Irlanda, hubo respuestas con pintas amenazantes en los puertos de Belfast y Larne, dos de los más importantes de Irlanda del Norte.
Estas dos instalaciones portuarias funcionan como puertos de control en las que se realizan inspecciones a todos los productos ganaderos, alimentarios y sanitarios que cruzan al lado británico de la isla, como lo impone el Brexit. Esto con la intención de no trazar una frontera física entre las dos Irlandas y respetar los acuerdos de paz firmados en 1998 que pusieron fin a décadas de conflicto.
Las pintas registradas en los puertos obligaron que tanto autoridades de la Unión Europea como del Reino Unido retiraran a sus trabajadores aduaneros para proteger su integridad.
Por lo anterior, el gobierno de Boris Johnson encontró la oportunidad de renegociar los términos del Brexit sobre Irlanda del Norte.
Ante los errores que cometió el bloque europeo durante las primeras señales de tensión, ahora se ve obligado a analizar la solicitud que llega desde Londres, aunque autoridades británicas ven poca disposición desde Bruselas, sede de la Unión Europea.
Michael Gove, jefe del gabinete del gobierno de Johnson, aceptó que la UE parece no tener intención en sanar la tensión.
“Entre todos los partidos políticos, la sociedad civil y las organizaciones empresariales de Irlanda del Norte se ha vivido una sensación de conmoción y rabia”, declaró el político.
Por su parte, el Partido Conservador también empieza a presionar a Johnson, pues de entrada nunca estuvieron de acuerdo en los términos del Brexit de mantener a Irlanda del Norte en el espacio aduanero, trasladar los controles aduaneros al mar de Irlanda y así evitar la creación de una frontera que dividiera a Irlanda.
Ahora, los llamados unionistas (partidos pro-británicos norirlandeses) han incrementado sus protestas, a lo que Johnson respondió que “no es momento de levantar barreras innecesarias”.
En ambos territorios irlandeses, los políticos han llamado a mantener la paz, y la propia policía autónoma de Irlanda del Norte descartó que las pintas fueran realizadas por grupos paramilitares. Por otra parte, al sur de la isla, consideran que estos acontecimientos fueron “desagradables y siniestros”, de acuerdo con el primer ministro irlandés, Micheál Martin.
LAS ACCIONES DE LA UNIÓN EUROPEA
Maros Sefcovic, vicepresidente de la Unión Europea, sostuvo un encuentro virtual con Michael Gove, la primera ministra del gobierno autónomo de Irlanda del Norte, Arlene Foster (partido unionista); y Michelle O’Neil, vicepresidenta norirlandesa (partido Sinn Féin por la reunificación de Irlanda) para escuchar los puntos de vista de los diferentes sectores de la población británica norirlandesa, que además fueron claros en su mensaje: urgen acuerdos sanitarios que alivien la tensión política.
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“Lo que se requiere ahora son soluciones políticas, no técnicas. Irlanda del Norte no sería hoy lo que es sin las negociaciones que condujeron a los Acuerdos del Viernes Santo (acuerdos de paz entre ambas Irlandas) se hubieran realizado bajo una base técnica y legalista”, advirtió Gove.
Hasta ahora, el único acuerdo alcanzado es que volverán a reunirse para revisar el protocolo de Irlanda.
“Condenamos sin reservas cualquier amenaza o intimidación. La seguridad y el bienestar del pueblo de Irlanda del Norte y de nuestro personal en la zona serán siempre nuestra prioridad”, dijo la Unión Europea a través de un comunciado.
La próxima semana, el comité se reunirá en Londres para discutir un protocolo apropiado “que proteja la paz, mantenga estabilidad en la zona y evite cualquier disrupción del día a día de los habitantes o una frontera dura en la isla de Irlanda”.
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