En el corazón de Barcelona, una iniciativa pionera está redefiniendo los límites de la terapia, la música y la neurociencia. Proyecto Resonancias es el primer ecosistema en Europa que fusiona la producción musical de nivel profesional con la evaluación clínica rigurosa, el desarrollo de tecnologías inclusivas y un inquebrantable compromiso con la dignidad humana.
Liderado por la psicóloga y musicoterapeuta Nuria Escudé y por Isa Montano director ejecutivo del proyecto, ambos proponen un cambio de paradigma: utilizar la creación de una canción como un espejo sonoro donde los pacientes pueden reconstruir su identidad más allá del diagnóstico y el trauma.
Member publication alert! Boileau et al. (2024) examined the impact of #mindfulness on musicians' brain regions using magnetic resource imaging. Read their article to learn more about how mindfulness can help musicians. #musicandhealth #mri #imaging #neuroscience #psychology pic.twitter.com/mtnKMtm4K0
— Music and Health Research Institute (@music_health_) June 10, 2025
Este no es un taller de composición convencional. Es un laboratorio terapéutico donde cada nota, cada letra y cada arreglo se convierten en datos, en un testimonio validado científicamente del viaje de una persona desde la angustia hacia el empoderamiento.
El objetivo es ambicioso y profundo: demostrar con evidencia cuantificable que dentro de cada paciente, sin importar la severidad de su condición, existe un creador esperando ser escuchado, una obra de arte capaz de reescribir la narrativa de su propia vida.
Más allá de la terapia: un ecosistema de producción
Lo que distingue a este proyecto es su enfoque integral y su sólida base científica, un pilar fundamental para trascender el ámbito puramente cualitativo.
“Buscamos comprender el impacto neurológico y psicológico del proceso creativo de cada individuo”, explica Isa Montano a Fuerza Informativa Azteca (FIA) desde Barcelona.
Durante las sesiones de producción musical, no solo se trabaja en la composición, sino que se monitorea la actividad cerebral de los pacientes mediante electroencefalografía (EEG).
“Podemos ver cambios muy significativos de la arousal (activación) y la valence (valencia emocional)”, detalla Nuria Escudé a FIA.
Con la ayuda de la inteligencia artificial, analizan estos datos para cuantificar la transición de estados emocionales. “Vemos que un estado más de depresión o tristeza al empezar se transforma en estados de felicidad y positividad al acabar. Y esto lo hemos podido comprobar”, afirma.
Music as an implementation strategy for evidence-based health interventions in Africa: a systematic review using the RE-AIM framework #ImpSciComms #impscihttps://t.co/NdjAbYLVGv
— Implementation Science (@ImplementSci) June 9, 2025
Paralelamente, se utilizan escalas clínicas estandarizadas para medir la reducción de la ansiedad, las mejoras en el estado de ánimo y la autorregulación emocional. Este doble enfoque, que une la neurociencia con la psicología clínica, ha permitido al instituto publicar artículos en revistas de alto impacto como Frontiers in Psychology, aportando evidencia sólida sobre la eficacia de un modelo que va mucho más allá de las terapias no farmacológicas tradicionales.
El proceso, que comenzó de forma modesta con “una laptop, dos micrófonos profesionales y una pequeña interfaz”, ahora se proyecta hacia la construcción de un estudio de grabación completamente equipado, concebido como un santuario terapéutico y creativo.
Del síntoma a la sinfonía: la reconstrucción de la identidad
El verdadero núcleo de esta revolución terapéutica reside en su capacidad para cambiar la autopercepción del paciente. “Cuando hablas con personas de esta población de salud mental, muchas veces ellos hablan como su síntoma: “yo soy depresivo”, “soy ansioso”, menciona Escudé.
El proyecto ataca directamente esta fusión entre identidad y patología. “Cuando empezamos a transformar ese síntoma de depresión, de ansiedad, en algo creativo y luego ellos pueden escuchar lo que componen, ven que ellos son más que un síntoma”.
Este proceso se vuelve especialmente poderoso en poblaciones donde la terapia verbal tradicional encuentra barreras. Adolescentes con trastornos límites de la personalidad, personas en el espectro autista o pacientes con traumas severos que les impiden verbalizar su dolor, encuentran en la música un lenguaje alternativo.
“Escriben mucho de lo que les pasa: no me siento identificado en mi cuerpo o ¿qué me pasa con esta sociedad?”, comenta Nuria.
La producción musical, entonces, se convierte en lo que Isa Montano describe como un “espejo vivo, uno que no juzga, que no genera un diagnóstico, que no genera limitaciones”. Es un espacio donde la identidad se descubre desde la creación “y no desde la carencia”.
La musicoteràpia té un gran poder, sovint infravalorat. La música no només és entreteniment, sinó que pot ser una eina potent per a la salut i el benestar. Pots veure el capítol complet de #Tempo3Cat a la plataforma 3Cathttps://t.co/7irZogLdHC pic.twitter.com/laMnVfAjg0
— 3CatCultura (@3CatCultura) June 10, 2025
El impacto es tangible. Relatan el caso de una paciente con ideación suicida recurrente que ha experimentado un cambio radical.
El acto de componer sobre su dolor y, posteriormente, escuchar sus creaciones junto a familiares y amigos, ha fortalecido su autoestima de una manera que múltiples terapias previas no habían logrado. Los padres, a menudo desesperados tras un largo peregrinaje por centros psiquiátricos, son testigos de una transformación asombrosa.
“Nos comentan que ver a su hija, que no hacía nada y que estaba en casa, que ahora empieza a producir música, a tocar el piano, a componer sus canciones... es increíble”, comparte Nuria.
Las canciones evolucionan con el paciente, pasando de temas oscuros a reflejar sus sueños y expectativas de futuro, trazando un mapa sonoro de su recuperación.
El ritmo de las raíces: sanando el trauma migrante
Una de las aplicaciones más reveladoras del proyecto se ha dado en el trabajo con la comunidad migrante, especialmente la de origen latinoamericano. Estos pacientes a menudo llegan con traumas complejos, como trastorno de estrés postraumático o trastorno obsesivo compulsivo, exacerbados por el choque cultural y el desarraigo.
“Es un proceso bastante fuerte el de la migración, el cambio de chip”, admite Isa Montano a Fuerza Informativa Azteca (FIA), quien desde su propia experiencia como latinoamericano logra una conexión profunda con ellos.
La terapia musical se convierte en una herramienta para anclarlos en el presente y procesar el pasado sin que este los consuma. “Intentamos ayudarles a que entiendan que ya no eres esa persona, que ya no estás allá, estás acá”, explica.
La música les ayuda a desarrollar resiliencia, paciencia y a no caer en el victimismo. Sin embargo, el fenómeno más fascinante ocurre cuando la cultura emerge de manera espontánea en las composiciones.
“Cuando hacen las músicas, surgen los ritmos que los han llevado. Vuelven a ser ritmos latinos, ritmos de Cuba, ritmos de África”, describe Nuria con entusiasmo.
No se trata de negar el trauma, sino de integrarlo en una identidad más rica y compleja, donde la cultura de origen no es solo una fuente de dolor por la pérdida, sino también de fortaleza y orgullo.
“Hablamos de todo lo positivo que hay en esa cultura”, añade Nuria, destacando la expresividad emocional como una ventaja terapéutica que facilita la conexión. La música les permite reconectar con una parte de sí mismos que creían perdida, transformando la nostalgia en una fuerza creativa.
Amb aquesta cançó, els pacients del #CentreFòrumMAR van celebrar el #DiaMundialdelaRadio 📻😉
— Hospital del Mar (@hospitaldelmar) February 14, 2024
La compartim amb vosaltres!#musicoteràpia #salutmental @Ribanezav @anguera_marta @87359parcdesal1 @CarmeDaura @creandopuentesF pic.twitter.com/ecEr9qMPbV
El sello del futuro: un modelo sostenible de inclusión cultural
El proyecto no se detiene en la sesión terapéutica individual. La visión a largo plazo es crear un sello discográfico inclusivo, una plataforma que permita que las obras de los pacientes “vean la luz”.
Esta iniciativa tiene un doble objetivo: por un lado, otorgar a los creadores un reconocimiento tangible, una ratificación de su existencia en el mundo que va más allá de un informe clínico. Como lo describió un participante, es la sensación de “saber quiénes son, de encontrar ese lugar, esa paz”.
Por otro lado, busca generar un impacto social y cultural, empoderando a un colectivo históricamente invisibilizado y promoviendo una inclusión real en el panorama cultural.
Para materializar esta visión, el instituto está en una fase activa de búsqueda de fondos y alianzas estratégicas cuyo compromiso con la innovación y la responsabilidad social consideran fundamental. El gran anhelo es poder ofrecer esta terapia a personas sin recursos económicos, rompiendo las barreras que impiden el acceso a una salud mental de calidad.
El camino apenas comienza, pero sus cimientos son sólidos. Este modelo, que fusiona el rigor científico con una profunda sensibilidad artística y humana, no solo está sanando individuos, sino que está construyendo un argumento irrefutable sobre el poder de la creatividad.
“Lo que más me emociona son las composiciones de mis pacientes… porque está su cultura, pero está también lo que llevan ahora, están también sus traumas, pero también… su renacer otra vez”, afirmó Nuria Escudé.