Durante años, pasajeros y trabajadores de la Central de Autobuses de Puebla (CAPU) se acostumbraron a ver a la abuelita María de Jesús sentada en una de las bancas del área de espera.

Con un par de prendas como pertenencias, unos cartones como colchón, y con la esperanza de que algún día sus hijos regresarían por ella, en el mismo lugar en el que la abandonaron.

María de Jesús vivió por años esperando a sus hijos en la CAPU

Su historia se hizo conocida cuando algunas personas que frecuentaban la terminal notaron su presencia constante. Algunos la ayudaban con comida o dinero, pero lo que llamaba la atención es que siempre parecía esperar a alguien.

En varias entrevistas, la mujer de 78 años compartió que una de sus hijas había pasado por la terminal, le prometió volver, pero nunca lo hizo.

“Pasó una de mis hijas a saludarme y me dijo mamá regreso y ya no regresó mi muchacha... entonces, sé que está con vida” narró en su momento.

A pesar de sus problemas de salud, una infección en la pierna y problemas en la vejiga que le dificultaban moverse, María de Jesús se mantenía ahí. Por las mañanas se sentaba en las bancas, por las tardes cantaba para obtener algunas monedas y por las noches regresaba a dormir entre cartones.

María de Jesús no aceptó ayuda del DIF Puebla

A lo largo del tiempo, el DIF Estatal y Municipal se acercaron a ella en varias ocasiones para ofrecerle irse a un albergue, donde pudiera recibir atención médica, alimentarse adecuadamente y asearse.

Pese a la ayuda ofrecida, ella se negó a irse. Decía que ese rincón en la CAPU era el único lugar donde sentía que podía volver a ver a sus hijos.

María de Jesús aseguraba ser madre de Víctor Manuel Rivas Mundo, María Guadalupe y Alma, quienes vivían en algún municipio de Puebla. No obstante, nunca se pudo corroborar este información.

María de Jesús falleció en la CAPU; el lugar donde decidió esperar hasta la muerte

La espera de María de Jesús terminó el jueves 24 de julio, cuando fue encontrada sin vida en la banca donde solía sentarse.

Fueron los mismos trabajadores de la terminal quienes notaron algo extraño y dieron aviso a los servicios de emergencia. Más tarde se confirmó que ya no presentaba signos vitales.

Hoy, esa banca que ocupaba permanece vacía, y quienes la veían a diario la recuerdan con respeto y algo de tristeza.