De López Obrador a Trump: La política de los falsos buenos contra los supuestos malos

La narrativa oficial clasifica a los “buenos” como quienes están a favor de la transformación y a los “malos” como quienes piensan diferente o tienen recursos.

Por: Daniel Sangeado

La música tiene la función de generar emociones, y también de contar historias, es el caso de la canción del grupo mexicano Molotov que expresa con contundencia una realidad política que trasciende fronteras.

“La imagen del PRI era un joven muy apuesto que pusieron ahí a que les cuidara el puesto... Vino López Obrador del país de los abrazos, hace casi todo bien, pero yo tengo otro dato... culpa por todo lo malo a todos los anteriores porque todos son corruptos... porque son conservadores”.

Esta frase refleja cómo, en México y en otros países, los políticos usan la división como estrategia para mantenerse en el poder, desacreditando a sus opositores y enmarcando el debate público en términos polarizados.

La era de la postverdad y sus ganadores

Vivimos en la llamada era de la postverdad, donde los políticos son los únicos verdaderos ganadores de un sistema diseñado para perpetuarse en el poder. Un ejemplo claro es Estados Unidos, donde la administración de Donald Trump utilizó a la Guardia Nacional para reprimir a quienes exigían detener las deportaciones masivas.

Con casi 48 millones de inmigrantes —el 14.3% de la población total—, Trump ha hecho explícito su discurso de división: “los buenos son los blancos” y “los malos son los inmigrantes”, consolidando así su base política a costa del odio y la discriminación.

México y la polarización política que divide a la sociedad

En México, esta semilla del odio fue plantada hace más de siete años y hoy florece con la llamada reforma judicial. El nuevo presidente de la Suprema Corte se presenta como un indígena mixteco, pero con una “toga blindada” a toda crítica.

La narrativa oficial clasifica a los “buenos” como quienes están a favor de la transformación y a los “malos” como quienes piensan diferente o poseen más recursos.

Mientras tanto, el ciudadano queda atrapado en medio de este conflicto, dividido y sin herramientas para influir en un sistema que se mueve desde arriba.

El ciudadano atrapado en el poder autoritario

En cualquier contexto, la política se ha convertido en un juego para políticos que manipulan a la sociedad desde un Estado autoritario. La verdadera batalla no es por soluciones o consensos, sino por el control del poder. Promesas, discursos y etiquetas son usadas para mantener la división social.

En este tablero, el ciudadano común es el peón, atrapado entre bandos que compiten por la cima mientras sus necesidades y derechos quedan relegados.

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