Es una imagen que el tiempo ha desgastado, pero cuya voz sigue provocando escozor. En febrero de 2010, la dictadura de Hugo Chávez caminaba por las calles de Caracas, Venezuela, confundiendo arbitrariamente el término “expropiar” con hurtar. Con un dedo inquisidor, señalaba joyerías, locales comerciales y edificios enteros: "¿Qué es aquel edificio allá? ¡Exprópiese!”.

Este ataque frontal a la libertad privada no fue más que un robo descarado disfrazado de “justicia social”. Bajo el aplauso cínico de quienes creían que Chávez era un “Robin Hood sudamericano”, el régimen comenzó a arrebatarle los bienes a sus legítimos dueños simplemente porque “le gustaban” al comandante.

Dictadura solamente robó a Venezuela

La diferencia entre el mito y la realidad fue brutal: de todo lo robado a unos, no le tocó absolutamente nada a los otros. Los programas sociales, convertidos en auténticos sobornos del voto, solo sirvieron para que los pobres se volvieran más pobres. El régimen monopolizó los recursos y, cuando se acabaron los bienes de los ricos, se siguieron de frente contra los que nunca tuvieron nada.

Hoy, aquellos que antes sonreían entre aplausos, lloran en medio de súplicas. La escena de una abuela gritando: "¡Quémeme viva, pero sáqueme a mi nieto!”, es el retrato de un pueblo que entregó su libertad a cambio de promesas y hoy solo recibe represión y hambre.

Trump reclama la factura del comunismo

En este contexto, el presidente Donald Trump ha endurecido su postura, exigiendo la devolución de inversiones e infraestructura que empresas estadounidenses perdieron durante este festín de expropiaciones. No es solo una cuestión de dinero, es un reclamo contra un sistema que expulsó a las empresas y se quedó con sus activos de forma ilegal.

Trump ha sido claro: el petróleo y las tierras que Chávez y Maduro “nacionalizaron” fueron, en realidad, un robo a la propiedad privada estadounidense, y su administración no está dispuesta a dar carpetazo a esa deuda histórica mientras el régimen se tambalea.

El presupuesto de la dictadura: 20 mil millones para el 2026

Mientras el país se cae a pedazos, la vicepresidenta Delcy Rodríguez anunció un presupuesto para 2026 que asciende a casi 20 mil millones de dólares. Según el discurso oficial, el 77.8% se destinará a “inversión social”.

Sin embargo, tras 26 años de chavismo , estas cifras suenan a burla para una nación con el 80% de su población sometida a la pobreza. El dinero que entra a las arcas del Estado no llega a las mesas de los venezolanos, sino que sirve para aceitar la maquinaria de un gobierno que se sostiene con miedo y cárcel.

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