La tierra ha vuelto a vibrar en Chile con un sismo de magnitud 4,3 que sacudió este jueves la mina “El Teniente”, el yacimiento de cobre subterráneo más grande del planeta, provocando un derrumbe que ha dejado un saldo de un trabajador muerto y otros cinco atrapados.

La noticia revive el trauma nacional del accidente de la mina San José en 2010, mientras un operativo de rescate de máxima urgencia lucha contra el tiempo y la geología. El minero fallecido fue identificado como Paulo Marín Tapia. Los cinco hombres por los que se contiene la respiración son Moisés Pavez Armijo, Gonzalo Núñez Caroca, Alex Araya Acevedo, Jean Miranda Ibaceta y Carlos Arancibia Valenzuela.

Una carrera contra el tiempo a 500 metros de profundidad

El epicentro de la angustia se sitúa en el sector Andesita de la mina, a unos 500 metros de profundidad. Allí, en algún punto aún no localizado con exactitud, se encontrarían los cinco trabajadores de la constructora Gardilcic. Aún no se ha podido establecer contacto con ellos.

La principal esperanza reside en la existencia de refugios mineros en esa zona, equipados con oxígeno, agua y alimentos suficientes para que una veintena de personas pueda sobrevivir durante varios días. Para agilizar la localización, se está utilizando un georradar de alta precisión.

En un giro que evoca directamente la épica de 2010, al operativo se han sumado rescatistas veteranos del salvamento de “los 33", aportando una experiencia invaluable en situaciones extremas. “El equipo especializado de trabajo de alto riesgo se encuentra en plena coordinación con los brigadistas rescatistas de la División El Teniente”, confirmó el subprefecto Juan Reyes Gutiérrez.

La respuesta del gobierno y las críticas por la seguridad

La respuesta del Estado fue inmediata. El presidente Gabriel Boric expresó sus condolencias a la familia de Paulo Marín Tapia y aseguró haber dispuesto “todos los recursos y esfuerzos en la búsqueda”. Además, instruyó a la ministra de Minería, Aurora Williams, para que se trasladara a la zona y coordinara personalmente las acciones.

Sin embargo, mientras el gobierno despliega su aparato de emergencia, en la superficie ya han surgido las primeras críticas. Grupos de trabajadores apuntan directamente a la responsabilidad de Codelco, la corporación estatal propietaria de la explotación, por las condiciones de seguridad.

Este accidente golpea duramente las estadísticas del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), que si bien reconoce la frecuencia de accidentes, había logrado una reducción del 83% en la tasa de fatalidad desde la tragedia de San José.