Cuando una persona sufre quemaduras de tercer grado extensas, la primera capa de defensa del cuerpo, la piel, queda completamente destruida. Esta lesión no solo es superficial, sino que también afecta a los nervios, vasos sanguíneos y tejidos subyacentes. El cuerpo, en un intento desesperado por reparar el daño, desencadena una cascada de reacciones que pueden llegar a ser fatales.
Las quemaduras de tercer grado devastan la piel y órganos subyacentes
Una de las causas más inmediatas de muerte en los primeros días es el choque hipovolémico, una condición que se produce por la pérdida masiva de líquidos.
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Con la piel dañada, los vasos sanguíneos se vuelven permeables y el plasma, un componente vital de la sangre, se filtra rápidamente hacia los tejidos circundantes, creando una hinchazón severa. Esta pérdida de volumen sanguíneo disminuye drásticamente la presión arterial y reduce el flujo de sangre a órganos vitales como el corazón y los riñones, lo que puede llevar al colapso del sistema circulatorio.
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A medida que el tiempo avanza, la amenaza principal se desplaza hacia las infecciones. La piel ya no puede actuar como una barrera protectora, dejando al cuerpo completamente vulnerable a bacterias y otros microorganismos.
La pérdida de líquidos provoca choque hipovolémico
Una infección puede desarrollarse rápidamente en las heridas abiertas y, si no se controla, puede extenderse por todo el cuerpo a través del torrente sanguíneo, desencadenando una respuesta inflamatoria generalizada conocida como sepsis. La sepsis es una condición potencialmente mortal que puede causar daño a múltiples órganos y sistemas.
Otro factor crítico es el síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SIRS), que se activa por la liberación de químicos en el cuerpo en respuesta al trauma. Este síndrome es una reacción descontrolada y excesiva del sistema inmune que causa una inflamación generalizada.
Aunque esta respuesta es necesaria para combatir las infecciones, cuando se descontrola, puede dañar los propios tejidos sanos, contribuyendo al fallo de órganos vitales.
Infecciones y respuestas inflamatorias descontroladas pueden llevar a una sepsis
Además de las complicaciones sistémicas, el daño local también es grave. El calor extremo no solo quema la piel, sino que también desnaturaliza las proteínas, alterando su estructura y función de manera irreversible. Esto afecta a todas las proteínas del cuerpo, incluyendo enzimas y componentes estructurales, lo que contribuye al deterioro general.
Finalmente, las quemaduras severas a menudo están acompañadas por la inhalación de humo y gases tóxicos. La inhalación de aire caliente puede provocar una inflamación inmediata en las vías respiratorias, haciendo que se hinchen y se cierren.
Esto lleva a una insuficiencia respiratoria aguda, ya que los pulmones no pueden funcionar correctamente. Este tipo de lesión puede ser una de las causas más inmediatas de muerte, pero sus efectos a largo plazo, como el daño pulmonar permanente, también complican la recuperación.
La muerte por quemaduras extensas no suele ser un evento único, sino el resultado de una secuencia de fallos sistémicos. El cuerpo es incapaz de compensar la pérdida de volumen sanguíneo, combatir infecciones, controlar su respuesta inflamatoria y mantener la función de sus órganos, lo que finalmente conduce a un colapso total.